El triunfo de la postverdad

10/03/2019 - 13:11 Manuel Ángel Puga

Es tal la difusión de las falsas noticias que incluso el Papa Francisco muestra preocupación por ello.

A lo largo de la Historia ha circulado la mentira al igual que una falsa moneda. Junto a la verdad siempre estuvo la mentira. Esto no es nada nuevo. Lo que ocurre es que ahora, debido a la profusión de medios (TV, prensa, radio, “youtubers”, “influencers”, “blogueros”, etc.) la propagación de las mentiras se ha disparado de forma alarmante. Tanto que hoy resulta difícil saber dónde está la verdad y dónde la mentira, como acredita una reciente encuesta realizada por NC Report, según la cual el 54% de los españoles no sabe distinguir una noticia verdadera de una noticia falsa (“fake news”). Es el triunfo de la postverdad.

Es tal la difusión de las falsas noticias que incluso el Papa Francisco muestra preocupación por ello, como se ha podido comprobar en su último “Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales”. En aquella ocasión dijo de las “fake news” que eran “informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas”. Vemos que el Pontífice no se anduvo por las ramas; al contrario, pone al descubierto los fines nada honestos y mal intencionados que persiguen las falsas noticias, ya que buscan engañar y manipular al lector. “En efecto – añadió más adelante –, se ha de desenmascarar lo que se podría definir como la `lógica de la serpiente´, capaz de camuflarse en todas partes y morder”. La falsa noticia (“fake news”), la postverdad, es algo peligroso, algo que puede hacer mucho daño, tanto al individuo como a toda la sociedad.

Por su parte, Ignacio Camuñas, presidente de honor del “Foro Sociedad Civil”, con motivo de un coloquio sobre “Verdad y postverdad”, identificó las falsas noticias con lo que él llama un “trampantojo”. Y así define al “trampantojo”: “Una amable y esforzada trampa o una definitiva ilusión con que se engaña a alguien… Un ejemplo es la tramposa utilización que están haciendo los sectores independentistas catalanes de la encarcelación de personajes que han propiciado un golpe de Estado en toda regla, queriendo hacer creer a los incautos que son presos políticos”. La postverdad es, pues, una trampa, una mentira con la que se busca engañar a los incautos.

Es conveniente aclarar que la postverdad tiene clavadas sus raíces en el actual relativismo, es decir, en la concepción relativa de la verdad. Según esta concepción, no hay verdades absolutas; todas las verdades son relativas. La verdad depende de las circunstancias en que se ha formulado. Por desgracia, la postverdad también ha invadido el ámbito religioso y moral. Verdades que tradicionalmente fueron consideradas como tales, hoy se ponen en duda o se niegan. Al no aceptar que existen verdades absolutas se duda de todo o se niega todo. Son los nuevos tiempos. Es el triunfo del relativismo y de la postverdad.

Decía al principio que hoy resulta difícil saber dónde está la verdad y dónde la mentira. Esto es algo muy preocupante, sobre todo cuando se trata de los jóvenes. ¿Con qué criterios actuarán en la vida, si andan a ciegas en cuestiones tan importantes como son la verdad y la mentira o el bien y el mal?... Si todo es relativo, pensarán que “todo vale”, que no existen unos límites para la mentira ni para el mal. Es el peligroso triunfo del relativismo moral.

 Ante esta realidad ya han surgido las primeras voces de alarma y también las primeras soluciones. La Pedagogía comenzó a actuar y ya se tomaron medidas educativas. Así, en el Estado de Singapur fue creado el Consejo de Alfabetización Mediática, pensando en los jóvenes que usan internet para informarles sobre las “fake news” y para enseñarles a reflexionar sobre ellas. Y algo similar se viene haciendo en todas las aulas del país, esto es, se enseña a reflexionar sobre esas falsas noticias, al igual que se enseña a valorar y a cuestionar las fuentes de información. En una palabra, se está educando a los jóvenes para que sepan desenmascarar las mentiras que les llegan a través de los distintos canales de información.

 Es necesario que el mundo tome nota y siga el ejemplo pedagógico de Singapur, si se quiere poner fin a la era de la postverdad. En este sentido, es una buena noticia que la Comisión Europea haya empezado a tomar medidas tendentes a que todas las plataformas digitales actúen y “redoblen los esfuerzos para eliminar las cuentas falsas y la manipulación informativa”. O se destruye esa “lógica de la serpiente”, capaz de camuflarse en todas partes y morder, o ella morderá y destruirá los principios básicos de nuestra sociedad.