El valor de los cofrades

28/03/2013 - 00:00 Pedro Villaverde Embid

  
  
  
  Después de un mes de marzo frío y con muchas precipitaciones que se resiste a la llegada de la primavera y con la alegría de ese cambio de hora en la madrugada de este domingo que hará los días más largos, llega en su postrimería la celebración de unas fiestas que significan cambio de estación hacia el buen tiempo y el resurgimiento de la vida en los pueblos, que se apagó con la festividad de Todos los Santos. La religión cristiana marca los hábitos de conducta, ánimo y calendario de una provincia muy fiel a sus costumbres, heredadas y respetadas de generación en generación. El estado no es confesional, por eso de las libertades, pero una inmensa mayoría de las personas profesan esta fe o al menos se dejan llevar por las tradiciones y contemplan con admiración o curiosidad los vía crucis, lavatorios de pies, los altares, los hábitos de los cofrades o las impresionantes tallas que desfilan por las calles, sin resistirse tampoco a no probar los potajes o las torrijas. La Semana Santa es cultura, arte, espectáculo reclamo del turismo, gastronomía y por supuesto vacaciones con sus desplazamientos o viajes a los pueblos o a las playas.
 
  Pero si algo resalta de manera particular a la atención de todos, más allá de la emoción de recordar los fundamentos de una religión que muchos abrazamos, es la figura de los cofrades que con sus hábitos y rostros escondidos debajo del capirote acompañan a las diferentes imágenes. Sus motivaciones son sin duda muy variadas, desde el cumplimiento de una promesa o el seguimiento de una tradición familiar, hasta una costumbre o auténtica devoción a un cristo o una virgen. Ellos son la esencia de la Semana Santa tal y como se vive. Su vocación o sentimiento va más allá de estos días santos y en Guadalajara, por ejemplo, existe la celebración de un Día del Cofrade, muchos participan elaborando alfombras y altares en la festividad del Corpus, algunos también organizan otras actividades durante el año y los costaleros o cargadores ensayan durante meses para portar las carrozas y convertir en brillantes las salidas de las imágenes o sus ‘bailes’ durante los recorridos. Son centenares las personas que en Guadalajara dedican parte de su tiempo a las cofradías como una forma de manifestar su fe. Sin ellos la Semana Santa no saldría de las iglesias.