El verso suelto

14/10/2011 - 00:00 Esther Esteban

 
 
  Al final el verso suelto ha dejado de serlo. Alberto Ruiz Gallardón hace ya mucho tiempo que no entra al trapo cuando se le pregunta, si sus aspiraciones políticas siguen pasando por llegar a la Moncloa. Antaño lo decía con toda naturalidad porque, en definitiva, cuando un político lo es y de raza no tiene por qué ocultar su deseo de llegar a la cima. Tal alarde de sinceridad le supuso, sin embargo, al alcalde de Madrid el recelo de los propios y el aplauso de los ajenos que se regocijaban a placer cada vez que él se metía en un lío y dejaba al descubierto las rivalidades internas de su partido. Gallardón el impetuoso e impaciente, ha tenido en los últimos tiempos la paciencia del Santo Job, a sabiendas que con Mariano Rajoy no hay otra forma de llegar a entenderse.

  Se ha replegado a sus cuarteles de invierno, con el claro objetivo de ser un hombre decisivo en la conformación del nuevo gobierno, ha evitado los enfrentamientos con su eterna rival Esperanza Aguirre y se ha convertido en el fiel escudero del líder, pasando por aparentar ser, el mas disciplinado de los militantes. Y visto lo visto su táctica y estrategia ha tenido premio. Era un secreto a voces que si en el 2008 no puedo ser, por aquello de que Rajoy se vio abocado a tomar su decisión salomónica de "O los dos o ninguno", en esta ocasión el alcalde de Madrid estaría incluido en las listas al Congreso. Ni siquiera ha resultado ninguna novedad el puesto a ocupar, porque aunque va de numero cuatro, los titulares no han sido para las dos mujeres que figuran como 2 y 3, sino para quien las sigue en la lista, cuyo morbo está ahora en que cartera ministerial va ocupar si, finalmente, como parece el PP llega a la Moncloa. Gallardón ya no es un peligro para Rajoy que, tras el Congreso de Valencia, logró que en su partido nadie le haga un ruidito, y menos ahora cuando rozan el poder con los dedos.

  Es verdad que el nuevo diputado es un "pata negra" desde la etapa de Alianza Popular donde -!Cosas del destino!- su propio padre ocupó con Fraga el mismo lugar que hoy tendrá el con Rajoy. Pero como en política una cosa es lo que es y otra lo que parece, se ha ganando una fama de hombre de centro izquierda, de político trasversal capaz de sintonizar con ese electorado que no se siente cómodo con la derecha pura y dura incluso capaz de hacer guiños a sus adversarios políticos sin despeinarse. Siempre he creído que ser alcalde de Madrid o presidente de una comunidad autónoma es mucho mas importante, en términos de poder, que ser ministro, y no me imagino tampoco a Gallardón como diputado raso de esos que calientan el asiento.

  Es un político de relumbrón, incapaz de pasar desapercibido, al que le cuesta disimular sus deseos, pero sigue con su estrategia de contención y por eso dice, lacónicamente ,que está a disposición del líder para lo que éste mande. Claro que lo de tener mando en plaza es lo que tiene y en eso Rajoy tiene barra libre, aunque el mayor arranque de sinceridad lo haya tenido Esperanza Aguirre al señalar que el alcalde quiere ser Ministro y ella desea que cumpla sus sueños. Se puede decir más alto, pero no mas claro, y además la presidenta pone el dedo en la llaga. Ahora la pregunta es ¿de qué? y no hay cartera que se le resista, lo cual nos va a dar para hacer correr ríos de tinta .