El votante perplejo
05/01/2011 - 00:00
El votante socialista está cada vez más perplejo. Cuando Zapatero sostiene que su política de ajustes es la que conviene a España aunque suponga desafección de sus propios electores, les está diciendo que su percepción de la realidad y sus aspiraciones no coinciden con el interés de España. Desde los recortes de mayo (pensiones, funcionarios, madres lactantes, pobres del Tercer Mundo...), se sigue verificando una ecuación maldita para la causa electoral del PSOE: ganar la confianza de los mercados equivale a perder la de los votantes.
Lo dijo con toda claridad el presidente en su rueda de prensa del 30 de diciembre: "El Gobierno está dispuesto a jugársela por el futuro de España". Tan solemne declaración de principios forma parte de un severo discurso sobre la necesidad de acometer "cueste lo que cueste" las reformas estructurales de la economía española. En su entrevista de Onda Cero, este martes, insistió en que la operación durará no menos de cinco años. Y que los frutos de esa política se empezarán a ver en 2013, con índices de crecimiento superiores a la media europea.
Una política que, precisamente, es la causante de la fuga de votos socialistas que vienen reflejando los sondeos desde el mes de mayo del año que acaba de terminar ¿Acaso lo que interesa a España no interesa al PSOE y sus seguidores? Eso parece, si nos atenemos al discurso de Zapatero en nombre de los intereses de la Nación y la desafección que dicho discurso, el de las dolorosas reformas, causa entre los votantes socialistas.
Pero el votante, en su perplejidad, no quiere resignarse a ver como el Estado del Bienestar se desmonta por la presión de los mercados a la que tan sensible es Zapatero. Los acreedores no tienen nada contra el Estado del Bienestar, pero tampoco quieren que se haga a sus expensas. Es el fenómeno del endeudamiento como paradigma y el miedo a no recuperar los préstamos que está marcando la derivada española de esta crisis.
El pensamiento del votante de Zapatero, y de la izquierda en general, detecta un secuestro de la soberanía nacional por parte de los prestamistas. Y reacciona en consecuencia. El "tijeretazo" de mayo y una segunda entrega del plan anticrisis en noviembre han llevado al PSOE al borde de la bancarrota electoral. La ventaja del PP en las encuestas da para una holgada mayoría absoluta si se celebrasen ahora las elecciones generales. Y puede ser aún peor porque cada vez que Zapatero da un nuevo paso en su política de ajustes, dictada por los mercados y no por sus electores, se abre un poco más la compuerta y aumenta la fuga de votos.
Zapatero lo sabe, pero se muestra dispuesto a sacrificarse por el bien de España. Y cuando un político actúa sin importarle la pérdida de votos es que está preparando la evasión.