Elecciones catalanas

12/11/2010 - 00:00 Isaías Lafuente

Arranca la campaña electoral de las elecciones catalanas. Muchos se sorprenderán de la circunstancia en un país y en un tiempo en que las fronteras de las campañas oficiales aparecen cada vez más diluidas. Los ciudadanos catalanes se enfrentan a la decisión soberana de decidir quien les gobernará en los próximos años, pero se saben observados: Cataluña será el laboratorio ideal en el que medir los daños políticos ocasionados por la crisis económica. Y en su doble condición de partido de gobierno en la comunidad y en el país, el PSOE es el que más se juega. Las encuestas no le son favorables y Montilla, aunque crea en los milagros, seguramente se conformaría hoy con salvar los trastos. Tiene la difícil papeleta de defender un tripartito que no está dispuesto a reeditar y del que reniegan hasta quienes lo sostuvieron. Enarbola un Estatuto que tras su paso por las Cortes y por el Tribunal Constitucional dejó un poso de indiferencia en la sociedad catalana. Se enfrenta a unas elecciones en las que la ciudadanía, según anuncian las encuestas, manifestará su desapego con la clase política en forma de nutrida abstención, un cáncer que ataca de manera desigual a los partidos y frente al que el socialista es especialmente vulnerable. Y por si todo esto fuera poco, tiene que asumir su papel de sparring en el que el resto de las formaciones se desfoguen con la intención de propinar un bofetón electoral a Zapatero. Con este panorama, uno imaginaría el paraíso en las otras orillas. Pero todos recelan. CIU, de su propia euforia: le asusta que una mayoría no absoluta le obligue a pactos que no desea. Por el contrario, el resto de las formaciones temen que una victoria arrolladora de Artur Mas y la atomización del parlamento catalán con la irrupción de nuevos partidos les conduzca no sólo a la oposición, sino a la insignificancia política. Se verá. .