Empresarios precavidos

01/07/2013 - 00:00 Luis Monje Ciruelo

  
  
 
  Los empresarios, por lo menos los de la pequeña y mediana empresa, saben a lo que se arriesgan al montar su negocio. No sólo en el principal aspecto: el de las pérdidas en estos tiempos difíciles de crisis, sino también en el de llevar acertadamente la compleja burocracia en la que tienen que desenvolverse, en especial la relativa a Hacienda. Por menos de nada, como estamos viendo, surge la denuncia por fraude fiscal o por cualquier otro motivo económico. De aquí que la CEOE-Cepyme se haya preocupado de informar debidamente a sus socios de las obligaciones que asumen al abrir o ampliar su negocio. Los grandes empresarios cuentan con un Gabinete Jurídico, pero los modestos no tienen medios para disponer de asesores que les orienten en la maraña legal. Entonces es cuando se enteran con envidia de que las administraciones suman más de 19.000 asesores. En alguna autonomía, incluso, hay más asesores que diputados regionales. En las pequeñas empresas es el titular quien tiene que estar al pie del cañón y tomar en solitario decisiones que merecerían antes algún análisis o consulta previa. La Confederación Provincial de Empresarios suple lo mejor que puede esa situación, a la que pretende ponerle remedio mejorando la información.
 
  Y para ello ha organizado recientemente una Jornada sobre “Introducción a la responsabilidad penal de las empresas”, de la que ha dado cuenta nuestro periódico. Esos casos que sirven de portada en periódicos y telediarios, de importantes empresarios y directivos que van a la cárcel o pagan elevadas fianzas para luego ser puestos en libertad, a lo mejor sin cargos, es lógico que alarmen a quienes se disponen a emprender la aventura de un nuevo negocio. Aunque a lo peor es el juez quien necesita un cursillo de psicología penal para distinguir a los verdaderos defraudadores de los que nunca llegaron a pensar que montar un negocio propio les llevaría a ser considerados unos delincuentes. Tal vez sean los políticos, más que los emprendedores, los que necesiten, a pesar de sus infinitos asesores, un curso previo sobre responsabilidad penal para no verse luego imputados por delitos de los que luego son ellos los primeros que dicen sorprenderse. Aunque me parece que huyen más de la deshonra política por atrición que por contrición, es decir, por temor al castigo que por arrepentimiento. Y eso que ahora, como ha dicho alguien, es más fácil aprobar el examen de honradez que antes.