Empresas familiares


La razón por la cual empecé a escribir estas páginas es por ser parte de la comisión directiva de la Sección de Guadalajara del Colegio de Economistas de Madrid. Pero en esta ocasión, querido lector, me gustaría simplemente escribir como ciudadano de nuestra querida ciudad o como el conato de empresario que me gustaría ser. Ya lo dijo Toni Nadal hace unos días cuando vino al Teatro Buero Vallejo a motivar a toda una provincia: “¿A qué estás dispuesto a renunciar para conseguir tus sueños o al menos para optar a conseguir lo que te propones?”. Ser propietario de un negocio propio es tremendamente complicado, porque al final el número de horas que le dedicas, sobre todo al inicio, se las quitas a tu familia, a tus amigos, a tu pareja o a ti mismo. Es una droga, una forma de vivir o  una cura contra la enfermedad.

Los autónomos rara vez enferman y las persianas se tienen que abrir. Es fruto de ese cansancio acumulado, causante que mi batería social estuviera tremendamente baja, que me diera un poco de pereza preventiva acudir a la cena anual de la CEOE Precios de Excelencia Empresarial 2024 que se celebró el pasado sábado; pero finalmente, e invitado por mi buen amigo José María Valero, me decidí a acudir para pulsar la respiración del sector empresarial de nuestra querida Arriaca. Reconozco que había sido advertido de la somnolencia que podían generar los discursos políticos y empresariales, pero en esta ocasión, el mensaje era unánime por todos. Los Guarinos, Vega y Simón lo tuvieron claro: Guadalajara está en muy buena posición para no repetir errores del pasado y crecer como centro importante de la economía nacional. Eso sí, no hay que dejar de lado las palabras de nuestra presidenta Marisol García sobre que hay que afrontar dos problemas importantes: el absentismo y la inseguridad jurídica. Si hay un empresariado unido, leal, responsable y empático, la mitad del problema está resuelto. Trabajadores y empresarios, dentro del marco de negociación, se ponen de acuerdo fácilmente porque ninguno es imbécil. Por favor, confíen en el diálogo social sin imposiciones. 

    Podríamos hablar de los premiados y reconocidos en la gala, pero ya han copado titulares y fotos. Podríamos hablar de las grandes empresas que emplean a cientos de trabajadores en Guadalajara. Pero quiero hacer énfasis en los que no suelen salir en las fotos y son los que sufren ese sacrificio diario para levantar el cierre todos los días. Esos rostros felices que miraban embelesados y satisfechos cómo sus más cercanos recibían los premios. Es imposible no sentir orgullo por las hermanas Elena y Laura Sánchez que vieron cómo su legado familiar de envasar oro verde se hacía realidad con AOVE La Común; uno no puede dejar de emocionarse de cómo tres generaciones de la familia Mazarío suben juntas a recoger un reconocimiento a una forma de vivir; vale la pena ver los ojos de Javier Piédrola henchidos de cariño cuando ve a Sandra Andarías  recoger el premio por la trayectoria de Hernando17; es maravilloso ver cómo Irene Inés comparte el galardón con todo su equipo compartiendo méritos y escenario para que Balneario Mizu siga siendo una referencia; y no puedo evitar acordarme de mis propios genes cuando vi al padre de Carlos Gumiel emocionado por el trabajo que hace su vástago en Biosfera.

No somos conscientes de la cantidad de momentos de abnegación que han tenido todos ellos para llegar hasta donde han llegado. El ponderoso trofeo es un tatuaje a tantos sinsabores que da el mundo empresarial. A todo el mundo le gusta cruzar la meta de una maratón, pero casi nadie, salvo el que lo ha vivido y el que lo acompaña, sabe lo que es entrenar para ese momento. A todos los premiados, nuestra enhorabuena, nuestro aplauso y nuestro reconocimiento. Pero sin dormirse en los laureles, que mañana es día de colegio. Da igual cuando lo leas. Yo lo veo a diario en mi casa y me puedo quedar afónico de dar las gracias a mis padres, a mi equipo, a mis clientes y a mis proveedores. Qué difícil es todo esto y qué bonito a la vez. Si ya tuviéramos un poco de reconocimiento social el resto de 364 días del año en vez de vernos como señores Monopoly con puro, sería maravilloso, pero no sería España. Viva la empresa familiar provincial y larga vida a Guadalajara. Nos vemos en 2025, seguro.