En el Día del Docente

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

CARTAS AL DIRECTOR
JOSÉ ANTONIO RANZ YUBERO. Presidente de CSI-F Enseñanza Guadalajara
Cuando somos jóvenes, al cumplir los dieciocho años generalmente, nos toca decidir qué vamos a estudiar en la Universidad, en las Escuelas universitarias, optar por un Ciclo Formativo, insertarnos en el mundo laboral…
Muchos elegimos estudiar Magisterio, en cualquiera de sus especialidades, o una Licenciatura que, a la vez, aúne nuestros gustos y la posibilidad de acceder a diferentes salidas profesionales.

Ya, con dieciocho años, sabemos que queremos ser docentes por vocación, y a ello nos entregamos, primero formándonos para obtener el título correspondiente, más tarde obteniendo, si es necesario, el CAP, el TED, a partir del curso que viene el Máster…
Pero la cosa no queda ahí, hacemos cursos de formación relacionados con la enseñanza y con nuestra especialidad, nos presentamos a unas Oposiciones, obtenemos una nota y, en la mayoría de los casos, pasamos a ser funcionarios definitivos o interinos.

Allá por la última semana de agosto o primera de septiembre nos dan un destino, ¡ya somos profesores!, y vamos a nuestro colegio o instituto.

Y llega lo más emocionante y gratificante de nuestra profesión: dar clase, porque dar clase no es sólo impartir conocimientos, es formar a los jóvenes para la vida lo que conlleva una gran responsabilidad para el docente.

Unas veces ellos se fijan en nuestros actos para imitarlos: algo tan simple como decir ¡Buenos días¡ tiene una gran importancia; otras se sorprenden y servimos como ejemplo: …pero profe si cuando se monta en el coche se pone el cinturón de seguridad; en otras se valora nuestro esfuerzo, por eso los padres aplauden el que los alumnos realicen actividades extracurriculares, y es que en ellas, especialmente cuando duran más de un día, los alumnos se muestran tal cual son. Y podíamos citar muchas más que nos han sucedido a lo largo de nuestra carrera docente.

Todo ello y mucho más es la enseñanza, por eso los docentes, que lo somos por vocación, no debemos caer en el desánimo cuando vemos tantas injusticias que afectan a nuestra profesión. Y es que agresiones y amenazas a profesores, series de televisión donde no salimos bien parados, el escaso respeto social hacia nuestra labor, el que los centros educativos se hayan convertido en ocasiones en “guarderías”,… son algo con lo que convivimos y que no debemos obviar.

En otras ocasiones somos los propios docentes los que nos ponemos zancadillas, y nos preocupamos más de cuestiones secundarias, aunque justas y merecidas, como son el aumento en las retribuciones, los distintos puntos de vista sindicales sobre una misma realidad que tanto desfigura la unidad que debemos demostrar, o los dimes y diretes que tanto perjudican la labor diaria de los centros de enseñanza. Pero todos los obstáculos son finalmente vencidos porque en su día elegimos está profesión por voluntad propia y porque lo que nos llena es estar en clase con nuestros alumnos.

Para mejorar la educación es preciso que Padres, Sociedad, Autoridades Políticas y Educativas y Profesores consensuemos unas directrices comunes que redunden en la mejora del día a día en los centros educativos. No olvidemos que este quehacer diario se centra en formar a nuestros jóvenes para un futuro que presenta algunos