En Islandia se lee más

08/06/2011 - 00:00 Rafael Torres

 
   En Islandia se lee mucho, y se dice que la mitad de los islandeses escriben para que la otra mitad tenga algo que leer, sobre todo en los inviernos interminables. En España, tristemente, se lee mucho menos, casi nada, y eso explica muchísimas cosas, como, por ejemplo, que en tanto en la remota isla se procesa al ex primer ministro que con su negligencia e inepcia contribuyó al descalabro de su economía, aquí se vota en masa, entusiásticamente, a los corruptos.

   Alguien, con toda probabilidad alguien que no lee ni los prospectos de las medicinas, dirá que qué tiene que ver la lectura, la cultura, con ese estadio superior de la convivencia que convierte a la gente en personas, y a estas en ciudadanos, más, ¿para qué explicarle nada desde aquí a ese alguien si, como es natural, no va a leerlo? Leer, y cuanto más mejor, no sólo despeja la inteligencia, sino que también despeja el camino de indeseables al reforzar, gracias al conocimiento, el nivel de exigencia. Si egipcios y tunecinos han dado al mundo una lección de rebeldía y dignidad, hoy son los islandeses los que la dan de probidad, justicia y sentido común.

   Para ellos, robar al pueblo no es, como aquí, casi una aspiración, sino un crimen, tanto más execrable y punible si el que roba es el encargado de guardar y administrar bien los caudales públicos. Así, estos islandeses cultos que siempre se andan cultivando, que no han dejado nunca de cultivarse, crearon hace 106 años, que se dice pronto, un tribunal especial, el "Landsdòmur", para juzgar a los políticos que les salieran rana, pero más edificante aún es que en todo este tiempo no han tenido que utilizarlo ni una sola vez. Hasta hoy, que han sentado en el banquillo a Geir Hilmar Haarde, el ex primer ministro chungo, para que dé explicaciones a los ciudadanos y, si no convencen, para que pase una temporada en la cárcel, donde, si quiere, puede hincharse a leer. De los 15 miembros de ese tribunal que juzga a Haarde, ocho, la mayoría, son ciudadanos corrientes. Otra lección. Y este proceso es el primero que se instruye en el mundo contra un dirigente político responsable de la crisis. Otra más. Y es que en Islandia se lee, vaya que si se lee.
 
   
 
    
 
  
 
  
 
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