Encuestas al poder
10/01/2011 - 00:00
Las encuestas, al contrario que las personas, pueden convivir perfectamente por muy disímiles que sean. Deberíamos aprender de ellas. Ahí tenemos, sin ir más lejos, las que alfombran el vestíbulo de la semana, la primera medianamente normal, por cierto, desde hace tres: una dice que el PP barrería en todas las aldeas, pueblos, lugarones, villas, regiones y alquerías de España si las elecciones de mayo se celebraran ahora mismo. Obtendría, según ese sondeo, mayorías absolutas incluso en las ciudadelas más almenadas del PSOE, cruzando los fosos que las circundan de un brinco alucinante. El mapa político del país, antaño sarpullido con los nombres de las localidades y hogaño con el bicromo naranja y azul, quedaría en su conjunto de sólo éste último color, de suerte que no se distinguiría a simple vista dónde termina la tierra y dónde empieza el mar. Según otra encuesta, sin embargo, si fuera Rubalcaba y no Zapatero el que capitaneara las huestes socialistas en las próximas generales, un poco más allá de mayo, sería el PP el que mordería el polvo de la derrota. Estas dos encuestas, como se observa, no pueden ser más contradictorias entre sí, pero hay gente que no sólo se cree las dos, sino que está dispuesta a protagonizarlas.
Llegará el día en que las encuestas sustituyan a las elecciones, y ese será el día de la felicidad total para los que cocinan unas y otras, que son los mismos. Gobernará el que digan los sondeos, y si se produce un empate técnico como ocurre ahora, se puede echar una moneda al aire y, en el caso de que en su caída no la atrape un banco y se quede con ella, si sale cara, el que le eche más cara, y si sale cruz, el que habrá de ser durante cuatro años nuestra cruz. Puede parecer absurdo, pero la realidad política, aquí, suele serlo aún más. En todo caso, ya tenemos diseñado el inmediato futuro, sin moneda ni nada: los trocitos del mosaico nacional para el PP, y el marco del mosaico para el PSOE del actual vicepresidente. A eso se reduce, al parecer, la política en España, ese lugar insólito donde los mismos que darían la mayoría absoluta a Rajoy, votarían en masa a Rubalcaba.