Encuestas y monarquía

03/01/2012 - 00:00 Esther Esteban



  Según las encuestas que han publicado estos días los medios de comunicación, la figura del Rey don Juan Carlos es, a día hoy, mejor valorada que la institución que representa. El diario El Mundo concluía que un 76 por ciento de los españoles tiene una opinión buena o muy buena del Rey, mientras el 60 por ciento respalda la Monarquía. Y unos datos similares se daban sobre el Príncipe Felipe, que obtenía un nivel de apoyo un poco inferior al de su padre, pero se situaba en el 70 por ciento.


  Evidentemente, vistas así las cosas se podría concluir que el caso Urdangarin no ha debilitado ni al Monarca ni al heredero, pero eso no es del todo cierto y, de hecho, esta ha sido y es la mayor crisis a la que se ha enfrentado la Monarquía durante toda la Transición y no puede ni mucho menos darse por concluida. Lo que queda claro, desde un punto de vista sociológico, es que los españoles distinguen perfectamente entre los miembros de la familia real y también que el rechazo al yerno desleal es altísimo, situándose en un 74 por ciento los que tienen una opinión mala o muy mala del marido de la Infanta Cristina.


  Por si lo que hemos conocido hasta ahora fuera poco, resulta que Urdangarin utilizó presuntamente el Palacio de Marivent como oficina comercial, para cerrar sus negocios y, entre otros, conseguir un contrato de 18 millones de euros por el que el Gobierno balear se comprometía a patrocinar a un equipo ciclista, de los cuales él se llevo 300.000 euros como comisionista.


  La desvergüenza de este señor no tenía límites y su afán recaudatorio por la cara tampoco. ¿Por qué? Pues, simplemente, porque se creía con impunidad para hacer lo que le viniera en gana y extorsionar a todos y a todo, por el mero hecho de pertenecer a la primera familia de este país. Lo dramático es que si este tipo de tropelías se conocían desde hace años hayan tardado tanto en salir a la luz y, desde luego, en su caso debe aplicarse, más que en ninguno, eso de que la Justicia es igual para todos.


  Tal vez la Corona, por lo que señalan las encuestas, haya salido indemne de momento, pero sigue habiendo muchos más juancarlistas que monárquicos y sobre todo en el sector más joven de la población, que al fin y al cabo es el futuro, hay la opinión mayoritaria de que la República sería la forma de Estado ideal, como ocurre en la mayoría de los países de nuestro entorno. Nuestra democracia está plenamente consolidada, no hay ningún riesgo de involución y, por lo tanto, las próximas generaciones serán las que tengan la última palabra.


  La corrupción es un cáncer que hay que extirpar de raíz y si no se toman medidas drásticas las consecuencias pueden ser terribles. Es la hora de la Justicia pero la Zarzuela debe estar vigilante y no bajar la guardia porque ni todo está ganado, ni nada está olvidado. El heredero va a tener que ganarse a pulso el mismo respeto y apoyo de los ciudadanos que se ganó su padre y eso se consigue con una acción no solo ejemplar, sino ejemplarizante, en el día a día.