Engañar no es delito
Me refiero a una sentencia decepcionante, vergonzosa y profundamente injusta.
Todos hemos escuchado que en los veranos, cuando los jubilados retornan a los pueblos de la Comarca de Molina huyendo de los calores, algunas personas, simulando ser empleados de Repsol, eligen astutamente unas cuantas casas para hacer “la revisión obligatoria del gas” y llevarse un pellizco de cada una. Esto también ocurrió en La Yunta donde, un individuo, perfectamente uniformado y con placa identificativa, llevó a cabo “la revisión obligatoria de los cinco años” en las viviendas de varias familias de veraneantes octogenarios.
Pronto ellos sospecharon del engaño. Llamaron a Molina y, al confirmarles que no habían enviado a nadie a revisar instalaciones de Butano, un grupo de estos ancianos interpuso una demanda ante la Guardia Civil que, en poco tiempo, identificó al “presunto estafador” y los citó para el juicio.
Parecía que se iba a hacer justicia. Pero no. El “presunto delincuente”, bien asesorado, no compareció a los juicios pero presentó un escrito que convenció al juez de su inocencia y, sorprendentemente, ha resultado “absuelto”.
Una sentencia decepcionante, vergonzosa y profundamente injusta. ¿Estará todavía celebrándolo este personaje? Pero… ¿cómo? Nos tememos lo peor. Casualmente, el mismo día del juicio al que no compareció el demandado, una persona estuvo en La Yunta sacando el dinero a otro anciano con el mismo engaño.
Moraleja: no denuncien, ¿para qué? Evitarán papeleos, viajes y, sobre todo, disgustos. Lo dicho: Engañar no es delito.