Enredar
06/12/2013 - 00:00
En el primer café, cuando llegas al trabajo, en la sobremesa
No se habla de otra cosa. Los dos problemas que más preocupan a los españoles, sin lugar a dudas, son buscar un nuevo destino para los restos mortales de Franco y denunciar los acuerdos del Estado español con la Santa Sede. Ante este clamor popular comparable al provocado por las excarcelaciones de etarras y peligrosos delincuentes -, algo tenía que hacer el partido de la oposición. El Partido Socialista, como ya había anunciado Rubalcaba en la última conferencia política, ha presentado una proposición no de leyen el Congreso de los Diputados para romper los acuerdos actuales con la Santa Sede o, si lo prefieren, con la Iglesia Católica. Tras pasar a mejor vida el Concordato de 1953 por la aprobación del nuevo acuerdo de 1979, y pese a la declaración de España como Estado aconfesional, el problema para los socialistas en estos momentos sigue siendo Rouco Varela.
Y eso que está a punto de pasar a la reserva. Lo que no ha hecho el PSOE en los 22 años que ha gobernado España lo quiere hacer ahora en la oposición, siempre que se preste a ello Mariano Rajoy. Los privilegios de la Iglesia Católica y la falta de garantías para la libertad religiosa que denunciaba el otro día Elena Valenciano no fueron, a lo que se ve, asuntos a tener en cuenta por Felipe González más preocupado por la modernización de España - ni por Zapatero, que bastante tenía con enterarse de lo que se traía entre manos. Aunque solo fuera por la enorme labor social que está desarrollando la Iglesia Católica en estos años de crisis económica, el Partido Socialista debería buscarse otros enemigos. Y, sobre todo, evitar romper todo lo que se le pone por delante. En lugar de pegar lo que se está rompiendo, incluida la unidad de España, y de proponer soluciones y alternativas a la crisis, el PSOE busca problemas donde no existen.
Es posible que con iniciativas como la de revocar los acuerdos con la Santa Sede consiga congraciarse con su electorado más de izquierdas, pero puede ahuyentar a otros votantes que empezaban a ver con buenos ojos los mensajes y propuestas sociales del Papa Francisco I. Ni Franco va ya bajo palio, ni la Iglesia tiene intención de excomulgar a Elena Valenciano. Amén.