Erradicación del chabolismo

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por:
Editorial
En menos de seis meses, el Ayuntamiento capitalino ha sido capaz de acabar con los dos núcleos chabolistas por antonomasia de la ciudad: el histórico de la Hispano y el que se ubicaba en el entorno de la carretera de Chiloeches.
El fuego, provocado por los habitantes de la Hispano, hacía desaparecer el 10 de marzo lo poco que quedaba de un asentamiento que durante la última década había ido en aumento y que llegó a contar con un importante núcleo poblacional. La historia se repetía la pasada semana en el campamento de la carretera de Chiloeches. En ambos casos los moradores recogían sus trastos y sin grandes enfrentamientos con las Fuerzas del Orden emprendían camino hacía un lugar incierto. Se consigue, de este modo, algo que Antonio Román ya proponía en su programa electoral y que consistía en hacer desaparecer estos núcleos marginales de la capital. Sin embargo, no se da por zanjado un problema que no es exclusivo de Guadalajara y que llega a nuestra provincia, exportado desde la Comunidad de Madrid. Este fenómeno ha adquirido un nuevo perfil. Los chabolistas son cada vez más marginales tanto en lo social como en lo económico, y no pueden, por sus propios medios, optar a una vivienda mejor. Las chabolas de hoy ya no son aquellas que acogían a los inmigrantes que desde los años 50 abandonaban el campo en dirección a las grandes ciudades en busca de trabajo y mejores condiciones de vida y que por la escasez de viviendas se veían obligados a habitar en una infravivienda, y que en cuanto su situación se lo permitía abandonaban la chabola. Ahora, la mayor parte de estos moradores son gente que arrastra una situación de marginalidad casi heredada de sus antepasados. Pero también nos encontramos con unos núcleos que a veces lo que busca en este modo de vida es la impunidad para llevar a cabo sus acciones ilegales, sea el caso de la venta de droga u otros. De ahí, la mala prensa que arrastran estos asentamientos. Por eso, más allá de congratularse por haber conseguido hacerlos desaparecer en nuestra ciudad, las administraciones deberían velar por erradicar esta situación buscando alternativas para aquellos que tienen mayores necesidades.