Escenario natural

11/03/2016 - 23:00 Francisco Morales

Estuvimos de milagro, al borde del abismo, y prácticamente sin hacer ningún caso a las señales de peligro... que nos manda, casi de forma continua, la Naturaleza. Así que somos unos seres bastante suicidas y desalmados. Y no será porque no haya días en el año que están dedicados a concienciarnos del peligro que entraña el hecho de maltratar el medio en el que se desarrolla nuestra vida.
Este Planeta, llamado Tierra, ya de por sí, sufre múltiples presiones que se resuelven en cientos y cientos de catástrofes naturales, ya sean terremotos, volcanes, tifones, etc. Pero si a ello añadimos la conducta irracional e insensata del ser humano, entonces los desastres van a ser más frecuentes y de consecuencias lamentables.
No hay mes en el que la ONU, a través de sus distintas agencias u organismos, no nos lance la seria advertencia de que estamos dañando de una forma irreversible nuestro propio entorno, esto es, el medio ambiente en el que se está desenvolviendo la existencia.
No voy a enumerar los citados días, porque ¿para qué?. Me voy a limitar a destacar algunos de ellos: Día Mundial de los Océanos, del Agua, de las Montañas, de los Bosques, del Árbol, de los Parques Naturales, del Clima, del Sol, de la diversidad biológica, de la Naturaleza, del medio ambiente.
Y hay otros días importantes: el declarado para la lucha contra la desertificación y la sequía. Y existen muchos datos y mapas espeluznantes..., pero siguen los incendios defendidos por las múltiples razones de la sinrazón y de la locura. También existe el día europeo sin coches, cuyo solo enunciado nos mueve a risa, ¿o acaso no?. Y luego está el día del ahorro de energía, con un apagón simbólico, que debería hacernos pensar más seriamente. Y por si fuera poco hay un día de cada año dedicado a la salud, y otro llamado Día Mundial de la educación. ¡Qué cosas!. Primero, la salud no debe entenderse sólo literalmente, en el sentido más material del término, sino en el más amplio sentido de bienestar espiritual y social. Y en segundo lugar, respecto de la educación, habría que decir que es una excelente palanca, que en buenas manos, debería remover y reciclar toda la basura generada a estas alturas del siglo en curso.
A mí hay dos escritores que me convencen a este respecto y que son, uno, el escritor indio y premio Nobel, Rabindranath Tagore, autor del drama “La venganza de la Naturaleza”, por su delicado y fino temperamento poético. Y dos, el extraordinario novelista español, Don Miguel Delibes, que nos alertó, mediante su prolífica creación narrativa y sus avisos en forma de ensayo, véase Un mundo que agoniza”, o de carácter coloquial, sobre el riesgo inminente que corremos en caso de no seguir el camino correcto en relación con las exigencias de la madre Tierra. Yo, humildemente, voy de acuerdo con esas tesis que exigen un trato respetuoso a la misma. Creo que ésa sería la actitud adecuada, aunque sólo estuviera basada en el puro temor y no en principios teológicos, que sería lo ideal.
Y que conste que, ya desde la Antigüedad se vienen planteando estas cuestiones, como es natural, pues siempre ha existido la tendencia a apartarse de lo razonable y seguir el principio del placer. Dice Sófocles en Antígona: la Naturaleza toda es sorprendente, pero la maravilla más grande es el hombre”, y a éste habría que salvarlo.
Pero ahora estamos en esta coyuntura, y siguen resonando las voces de los naturalistas del momento, sea por ejemplo la de Joaquín Araujo, que dice: “la cultura está destruyendo a su madre, que es la naturaleza”, o la de la última encíclica papal. Y estas voces enlazan con las del ayer más próximo, sea la de nuestro amigo Félix, de tan grato recuerdo, como desgraciada ausencia. Pues bien, o sea, mal: desoímos las voces sensatas, porque –como decía Mafalda- “no es que el ser humano sea un animal de costumbres, sino que es, de costumbre, un animal”.
Estamos sumidos en la “sociedad de usar y tirar”, la del derroche de energía, la de la enorme contaminación que, de paso, esquilma los recursos naturales y echa a la basura hasta la vida. Esta es la sociedad que nos han montado y nos han vendido. Pero así no podrá haber un desarrollo sostenible. Y, mientras tanto, los que deberían ser grandes responsables de esta situación, van de Cumbre en cumbre [la última fue en París, en Diciembre pasado], mientras la esfera terrestre, en todos sus niveles, (¿Planeta Azul?) sigue un proceso exponencial de deterioro y degradación. ¿Qué es eso de celebrar alguna Jornada para calmar nuestra mala conciencia y luego seguir el mismo camino?, ¿qué tiene que pasar para actuar?, –piensa algún columnista- .¿Hasta cuándo?... Esto debería ser una labor del día a día. De momento trabajan en la causa Greenpeace y Ecologistas en acción, pero hay que cambiar nuestro pésimo comportamiento.
A mí me gusta el “color esperanza”, que canta Diego Torres, y también soy partidario de darle tiempo al tiempo. Pero, no sé si todavía se puede corregir y subsanar tanto ERROR. Ojalá.