Escraches

12/02/2014 - 23:00 Javier del Castillo

Seguro que a los jueces que han considerado un ejercicio de “pluralismo” y “participación democrática” la concentración frente al domicilio particular de Soraya Sáenz de Santamaría les parecería bastante menos plural y democrático que una manifestación de esas características se hubiera producido en sus propios domicilios, en protesta por alguna de sus discutidas decisiones judiciales. Los magistrados Miguel Hidalgo e Isabel Valldecabres no han visto en el “escrache” a Soraya coacciones ni amenazas, aunque sí les ha parecido rechazable por los inconvenientes que ocasionó a la familia, al no poder salir de paseo con el niño de la vicepresidenta durante el tiempo que duró la concentración. ¡Menos mal! ¡Para que luego nos quejemos de que la justicia no tiene corazón! Los ciudadanos españoles - bastante cabreados, por cierto – tenemos todo el derecho a protestar contra el Gobierno y también contra la oposición, incluso contra los jueces prevaricadores, pero dentro de la esfera pública. Y también dentro de un orden. La intimidación, a la que dediqué un comentario con motivo de los altercados del Gamonal (Burgos), no me parece aceptable, ni tampoco se deberían traspasar ciertas barreras. Los maridos o mujeres, los hijos o los abuelos, no pueden ser víctimas de esta novedosa y rocambolesca interpretación del derecho a la “participación democrática”.
Ni tampoco pueden ser víctimas de los abusos o errores de sus parientes más allegados. Los ciudadanos podemos pedir cuentas y mostrar nuestra indignación en otros escenarios: las sedes de los partidos políticos, los parlamentos, los ministerios, los edificios de algún sindicato, etc. Mientras escribo estas líneas, todavía no está claro si la Infanta Cristina llegará este sábado en coche hasta la puerta del juzgado de Palma de Mallorca o lo hará a pie. Pero no deja de ser un detalle menor. Lo importante es que aclarare de una vez por todas las dudas sobre su implicación en los “negocios” de la persona que eligió como marido. Que despeje las interrogantes que todavía existen.Bastantes problemas tiene ya España como para alimentar encima la bronca, la amenaza, los altercados y los “escraches”, que algunos jueces han convenido en llamar “mecanismos de participación democrática”.