Esfuerzo didáctico

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

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El comentario
José Cavero / Periodista
A la postre, el debate del estado de la Nación resaltó los dos grandes asuntos de la política en este instante. De una parte, las medidas adoptadas contra la crisis, y en particular los recortes del gasto y la reforma laboral, y de otro, la sentencia del Estatut dictada por el Tribunal Constitucional. En ambas materias, Zapatero cosechó abundantísimas críticas, como era predecible. En particular, Mariano Rajoy, una vez más autopresentado como la alternativa a “lo que hay”, invitó al presidente a disolver el Parlamento y a convocar elecciones generales.
Le replicó Zapatero, posiblemente en uno de los momentos de mayor crispación del debate, recordándole a Rajoy que tampoco él está para tirar cohetes, tras admitir que su propia pérdida de popularidad y apoyos -la de Zapatero- no es discutible. Zapatero terminó insistiendo en que seguirá tomando las decisiones que entienda que son las mejores para el país, le cuesten lo que le cuesten... Rajoy pasó por alto la cuestión del Estatut, indudablemente molesta por los efectos que está teniendo en sus relaciones con los restantes partidos catalanes. Y hubo de escuchar, una vez más, las críticas de Zapatero por no arrimar el hombro para resolver ninguna cuestión. En las sucesivas intervenciones de Zapatero, como ha sucedido en otros debates de esta naturaleza, se pudo comprobar el esfuerzo didáctico que realiza el presidente para convencer a los más desilusionados con sus actuaciones. Zapatero, en particular, se hubo de esforzar en sus explicaciones sobre la necesidad de aceptar la sentencia del Tribunal Constitucional, por desafortunada que pueda parecer, insistiendo en la posibilidad de atender y compensar por otras vías los recortes que ha producido el Tribunal intérprete de la Constitución. Durán, Ridao, Herrera y Llamazares, en particular, escucharon las reiteradas y minuciosas explicaciones que el presidente les ofreció sobre las cuestiones que le plantearon. Es dudoso que les convenciera de alguna de ellas, pero no es improbable que algunos espectadores atentos a la transmisión del pleno agradecieran el esfuerzo de explicaciones sobre materias a menudo tan arduas como la deuda del país, o el cambio de criterio operado, desde la utilización de fondos públicos para crear empleo hasta la actual fase de austeridad máxima y de recorte de algunos presupuestos para las atenciones sociales. Y si Durán y Ridao no ahorraron críticas a la sentencia del TC y a los efectos que plantea, tampoco Herrera y Llamazares ahorraron críticas a un presidente que, a su modo de ver, ha cambiado de bando y defiende las posiciones de la derecha pura y dura, abandonando sus anteriores posiciones y propósitos. La única voz que, débilmente, sugirió la posibilidad de seguir colaborando con el Gobierno -por ejemplo, a la hora de debatir y aprobar los presupuestos- fue la de Josu Erkoreka, a quien Zapatero animó para que siguiera en esos propósitos. Parece que no ha hecho mella el reciente encuentro de Urkullu con Rajoy..., y que el PSOE podría llegar a alguna clase de entendimiento para sacar adelante los presupuestos de 2011.