España al sol

25/08/2018 - 10:56 Javier Sanz

España el lunes se echó al sol como un lagarto viejo, hasta la Virgen, que todavía la calle huele a sacristía y a cera vieja. 

El último ladrido del perro del santo Roque y peregrino coincidió con la última chispa de los fuegos artificiales en su honor, aunque a la misa del dieciséis de agosto sólo van las autoridades civiles, a renovar el voto, los (las) cuatro fieles pata negra y los jubilados de la localidad, a dejar en las andas la instancia para otra prórroga anual, aunque el 19 tengan que desfilar sondados, pero estarán. Las autoridades eclesiásticas resisten sólo en la cabeza de diócesis y se van contando por otros tantos bastones, no hay relevo porque los curas jóvenes han descubierto Thailandia y se abren allí a probar el bacalao asiático, que produce más adición que el del norte y allí se olvidan la sotana.

España el lunes se echó al sol como un lagarto viejo, hasta la Virgen, que todavía la calle huele a sacristía y a cera vieja. Pedro Duque no se entera de que el coto europeo del sur, la iberia reseca, se mueve entre el “pares sí” y el “cierro con el pito doble”, y se empeña en mandar a Luna a los jóvenes del instituto, que deben ir rellenando la beca y el pasaporte, aunque les tiene que firmar que allí los sábados también hacen botellón.

Dijo Plinio el Viejo que la península manaba leche y miel más a chorro que en la Biblia y ya nadie quiso oír más. España se echó al sol en un ferragosto eterno que en el octavo mes cotiza en el Ibex a tutiplén de tinto de verano y decibelios nocturnos que traspasan los conventos de clausura por mitad de las tapias como obuses. El nuestro es un país que los sociólogos llaman sensu estricto “cojonudo”, aunque en septiembre se vuelvan a contar los camareros en la cola del INEM por cientos, una vez han recogido el guiñol y lo plegan hasta que los lagartos rompan los huevos, San Roque enseñe el muslo y el perro ladre no a la Luna de Duque sino a los fuegos de la Pirotecnia Zaragozana.