Esperando a Hamburgo

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Enrique Vázquez
Tras lo sucedido el domingo en Hesse y Baja Sajonia, la gran coalición que gobierna Alemania parece depender de lo que ocurra con las próximas elecciones regionales en Hamburgo el 24 de febrero.
La Unión Cristiano Demócrata (CDU) perdió cinco puntos en Baja Sajonia, aunque mantiene la posibilidad de seguir gobernando en coalición con los liberales del FDP, pero cayó doce puntos en Hesse, lo que hace casi imposible un gobierno de coalición y, en los dos casos, los votantes dieron al partido La Izquierda suficiente apoyo para entrar en ambos parlamentos, un 71, y un 5,1 respectivamente.
Las repercusiones de estos resultados sobre la estabilidad del gobierno federal y el mantenimiento de la coalición en Berlín están siendo analizadas cuidadosamente, pero hay un pronóstico general de que los buenos tiempos han concluido y que cada partido, CDU y SPD (socialdemocracia) hará lo necesario para dejar eventualmente la fórmula de co-gobierno y preservar sus propias posibilidades cara a las elecciones del año próximo.
Las lecciones centrales de la doble jornada son estas:
a) fin de las aspiraciones nacionales del jefe de gobierno (CDU) en Hesse, Ronald Koch, hombre del ala ultra del partido cuya derrota no lamentará mucho la canciller Angela Merkel, de tonalidad más centrista.
b) moral al alza de los socialdemócratas y aparición de una figura emergente, Andrea Ypsilanti, que ganó su batalla de promover un salario mínimo y retomar la fibra de izquierda de un SPD que la larga gestión del canciller Schöreder había escorado hacia el centro.
c) consiguiente refuerzo para el presidente del SPD, Kurt Beck, quien se propuso dar un giro a la izquierda en el último congreso y se ve confortado por los resultados.
d) confirmación de La Izquierda, la aventura del desertor del SPD Oskar Lafontaine como un partido de implantación federal tras obtener la entrada en dos parlamentos del Oeste del país.
La Izquierda aún será un paria por bastante tiempo. Ahora tiene una oportunidad de oro de hacer política (no dar testimonio) en Hesse, donde sus diputados son, o pueden ser, oro molido. Algo está cambiando en Alemania y la gran coalición empieza a ser percibida como superflua tras alcanzar sus objetivos de recuperación macroeconómica.