Esperanza

15/11/2014 - 23:00 Pedro Villaverde Embid

Alegría compartida, generosidad, solidaridad, ilusión. El anuncio que cada año supone el inicio oficioso de la Navidad nos ha gustado esta vez más que otras. Las grandes superficies ya están medio adornadas, las calles tienen las luces puestas aunque todavía apagadas, los turrones y la sidra ocupan un lugar aún no preferente en los centros de alimentación, los comerciantes piensan en las promociones y campañas para animar al consumidor y se anuncian ya juguetes y perfumes, los empleados de las administraciones y de las empresas tienen reservado restaurante para la comida o cena con los compañeros y casi todos tenemos en el bolsillo alguna participación para el 22 de diciembre. Se intercambian los décimos de la Lotería con los familiares y amigos como algo tradicional y en algún momento de estas fechas la imaginación nos lleva a elucubrar que haríamos si por capricho del bombo nos llegara al bolsillo un montón de dinero. Por otra parte, miles de personas encuentran trabajo estacional por Navidad, el comercio, la hostelería y los lugares de ocio sienten un pequeño repunte en sus cuentas de resultados, las familias se plantean sus viajes para reencontrarse y algunos planifican una pequeña escapada para disfrutar de la Nochevieja o de un descanso vacacional.
Los más adelantados, jóvenes en su mayoría, piensan en el cotillón con que darán la bienevenida al nuevo año. Son las fiestas de invierno y la economía se mueve, que es lo que necesita. Íbamos en manga corta la pasada semana y hoy empezamos a estar embebidos de todo lo que la Navidad conlleva. Parece pronto para hablar ya de estas fiestas pero en un momento de crispación, corrupción, indignación, confusión, desafíos, malestar, enfrentamiento político y hartazón generalizado que algunos quieren aprovechar para ‘asaltar el cielo’ llevándonos de lo malo a lo peor, estas fiestas se presentan como tregua, momento de reflexión y de rearme de los valores individuales y colectivos que envuelven los días más entrañables del año, ocasión para la esperanza, el balance y los proyectos. Cuatro luces en las calles, reencuentros familiares, reuniones de amigos y la lotería ponen la nota de calor en los días más cortos y fríos del año. La economía necesita del consumo, la gente de empleo, los negocios de ingresos y todos de una inyección de moral. La Navidad, además de su significación religiosa muy importante para los creyentes, es un bien de interés general que si no existiera habría que haberla inventado. Feliz y provechosa pre-Navidad.