Espíritu jubilar

18/01/2025 - 12:06 Pedro Villaverde Embid

  Los valores por los que aboga el jubileo como el propio cristianismo son por todos compartidos, libertad, justicia social, igualdad, llevar la esperanza allí donde se ha perdido.

Puede parecer un tema de iglesia y lo es puesto que su convocatoria la hace el Papa, la razón es el 2025 aniversario del histórico nacimiento de Cristo y la apertura de los templos jubilares tiene por objetivo que los peregrinos alcancen la indulgencia plenaria, el perdón de sus pecados. Es tiempo para la esperanza, para la renovación espiritual, pero también- y hay entran las personas que no comparten el sentimiento religioso-, es una invitación a poner el énfasis en lo mejor que aporta la humanidad y una reclamación a los poderes públicos para que adopten determinadas decisiones de interés general.Así desde la Iglesia se está pidiendo la condonación de la pena de muerte en el mundo, existente en muchos lugares, que acaba con la vida de un sentenciado sin darle la oportunidad de reinsertarse en la sociedad cumplida su condena como establece el derecho penal en los países desarrollados, que en casos de extrema gravedad fija la cadena perpetua. También se reclama el perdón de las deudas económicas a aquellos países más pobres que no pueden afrontarlas, objetivo que unen a la lucha contra el hambre, las enfermedades o el trabajo infantil. Y se aboga por la cultura del diálogo y de manera muy concreta por la búsqueda de la paz porque nada atormenta más que la guerra y son al menos doscientos los conflictos armados que ahora se extienden por los distintos continentes, aunque  se hable de una docena.

  Los valores por los que aboga el jubileo como el propio cristianismo son por todos compartidos, libertad, justicia social, igualdad, llevar la esperanza allí donde se ha perdido. Y son los mismos valores de la Navidad recién pasada, universales y para todos. Por ello en este 2025, más allá de las creencias, seamos capaces de buscar esa transformación del mundo desde la acción de cada uno de nosotros, con alegría. Es el espíritu jubilar, que aunque parta de la Iglesia, sería positivo que impregnase el mundo.