Estabilidad

26/02/2021 - 15:20 Jesús de Andrés

Cualquier país necesita estabilidad. Siempre, pero sobre todo en tiempos de crisis, cuando los recursos y la atención se tienen que centrar en lo importante, que es afrontar la situación.

Tras la tormenta siempre viene la calma. Incluso cuando la tormenta es política. Después de las elecciones catalanas, que elevaron la tensión más de la cuenta, haciendo que unos exageraran su impostura, otros teatralizaran sus diferencias y todos marcaran hasta el extremo las diferencias con sus rivales, parece que, por fin, entramos en un periodo más calmado, que permitirá llegar a acuerdos y facilitará consensos. Falta hacía, y el nombramiento del nuevo consejo de administración de RTVE parece ir en esa línea. PSOE, PP, Podemos y PNV han llegado un acuerdo de renovación que dará la presidencia del ente público a José Manuel Pérez Tornero. Sin acusaciones mutuas ni vetos cruzados, como debiera ser.

Más dudas hay en la viabilidad del gobierno debido a la postura opositora adoptada por Podemos, que igual cuestiona la normalidad democrática que se alza al frente de la manifestación rapera o se pone meloso con los independentistas presos y fugados. Es cierto que esa actitud opositora está en su ADN, que es un partido surgido de la indignación de las protestas del 15-M, pero cuando todos esperaban que madurara y, tras llegar al gobierno, abandonara su actitud adolescente, no llegan la responsabilidad y la prudencia ni a sus declaraciones ni a sus actos. Ya se avisó, ya se dijo en su momento que un partido de estas características, ensimismado en su buenismo narcisista, hipercrítico con los demás y totalmente permisivo con los suyos, no era buen aliado para nada. Las necesidades aritméticas para generar una mayoría les condujeron al gobierno, precisamente en su peor momento electoral.

Cualquier país necesita estabilidad. Siempre, pero sobre todo en tiempos de crisis, cuando los recursos y la atención se tienen que centrar en lo importante, que es afrontar la situación. Y en poco ayudan las pataletas, las estrategias electorales y los celos políticos. España, cuyo modelo económico ha quedado con las vergüenzas al aire tras la crisis del coronavirus, requiere de inversión extranjera, de empresas que vengan aquí, además de exportar. Una economía de sol y playa, servicios y poco más, tiene los pies de barro, como hemos podido comprobar. Nadie invierte su dinero en lugares en conflicto y estamos necesitados de inversiones. Una imagen constante de enfrentamiento, batallas campales callejeras, quema de contenedores, desunión, acusaciones y críticas a la totalidad en nada ayudan, al contrario. Y lo mismo sirve para España en general como para Cataluña en particular, cuya pérdida de valor y reputación es incalculable. Hace pocos días saltaba la noticia de que la República Checha nos había superado en renta per cápita, siendo el primer país excomunista en superarnos, a nosotros que siempre suspiramos por igualar a Italia. Si ello no nos hace reaccionar, será señal de que no estamos entendiendo nada. Ni unos ni otros. ilusoria de lo que se quería ver.