Estadísticas para qué os quiero
01/10/2010 - 09:45
El comentario
Carmen Tomás Periodista
Hace tiempo que muchos economistas vienen quejándose de las dificultades que tienen a la hora de hacer previsiones coherentes y medianamente serias si manejan para sus cálculos y predicciones las estadísticas oficiales. Se han producido diversos cambios anunciados, otros descubiertos por la prensa y otros sencillamente ignotos. La realidad es que muchas cifras no cuadran.
Pasa con el PIB, con el número de afiliaciones a la Seguridad Social, con los parados registrados y pasa últimamente también con los ingresos por recaudación y especialmente con el IVA.
La crisis ha provocado una tremenda caída de la actividad que lógicamente se refleja en el PIB y también en los ingresos. Desde muy distintos frentes se ha pedido una mayor transparencia a la hora de explicar los datos. Pero, las pesquisas han sido infructuosas. Todo apunta a que una caída tan brutal de la recaudación por IVA tiene que deberse a algo más que a la caída pura y dura de la actividad. Una explicación podría estar en la economía sumergida, también en un mal cálculo del PIB. Pero, no acaban de dar razones coherentes. Hace unos días explicaba Alberto Recarte que la caída en un 60 por ciento que ha experimentado este concepto en el tercer trimestre de este año comparado con el mismo trimestre de 2008, en términos homogéneos, no se explica únicamente por el descenso de las importaciones, de las ventas de pisos, del consumo o incluso por un mayor o menor proceso de insumisión fiscal. Esperamos una explicación. En las últimas horas hemos conocido los datos de déficit público. El Estado gasta siete veces más de lo que ingresa y el agujero acumula ya un montante de 60.000 millones de euros. Dicen que ha mejorado algo la recaudación por IVA. La explicación parece estar en la venta de coches, algo absolutamente coyuntural, y además en términos absolutos no da más que para pagar los intereses de la deuda. Sin embargo, nos hemos enterado también de que para hacer algo más tragable la cifra de déficit público se han perpetrado varias argucias de ingeniería económica. Por ejemplo, se han rebajado las inversiones en obra pública un 17 por ciento y se han recudido las becas un 55 por ciento, dos de las acciones más comentadas y alabadas por este gobierno. Además, no se ha tenido en cuenta, como ha ocurrido ya muchas veces en el cálculo de los afiliados a la Seguridad Social, el último día del mes. Sin más se ha borrado del calendario, en este caso el 31 de octubre. La única esperanza, aunque haya que esperar, es que algún día vendrá la Unión Europea y pondrá las cosas en su sitio, como hizo hace poco con el número de parados. Es una desgracia más que hay que sumar al país que estamos haciendo donde ya ni los datos oficiales son fiables.
La crisis ha provocado una tremenda caída de la actividad que lógicamente se refleja en el PIB y también en los ingresos. Desde muy distintos frentes se ha pedido una mayor transparencia a la hora de explicar los datos. Pero, las pesquisas han sido infructuosas. Todo apunta a que una caída tan brutal de la recaudación por IVA tiene que deberse a algo más que a la caída pura y dura de la actividad. Una explicación podría estar en la economía sumergida, también en un mal cálculo del PIB. Pero, no acaban de dar razones coherentes. Hace unos días explicaba Alberto Recarte que la caída en un 60 por ciento que ha experimentado este concepto en el tercer trimestre de este año comparado con el mismo trimestre de 2008, en términos homogéneos, no se explica únicamente por el descenso de las importaciones, de las ventas de pisos, del consumo o incluso por un mayor o menor proceso de insumisión fiscal. Esperamos una explicación. En las últimas horas hemos conocido los datos de déficit público. El Estado gasta siete veces más de lo que ingresa y el agujero acumula ya un montante de 60.000 millones de euros. Dicen que ha mejorado algo la recaudación por IVA. La explicación parece estar en la venta de coches, algo absolutamente coyuntural, y además en términos absolutos no da más que para pagar los intereses de la deuda. Sin embargo, nos hemos enterado también de que para hacer algo más tragable la cifra de déficit público se han perpetrado varias argucias de ingeniería económica. Por ejemplo, se han rebajado las inversiones en obra pública un 17 por ciento y se han recudido las becas un 55 por ciento, dos de las acciones más comentadas y alabadas por este gobierno. Además, no se ha tenido en cuenta, como ha ocurrido ya muchas veces en el cálculo de los afiliados a la Seguridad Social, el último día del mes. Sin más se ha borrado del calendario, en este caso el 31 de octubre. La única esperanza, aunque haya que esperar, es que algún día vendrá la Unión Europea y pondrá las cosas en su sitio, como hizo hace poco con el número de parados. Es una desgracia más que hay que sumar al país que estamos haciendo donde ya ni los datos oficiales son fiables.