Estamos hartos

14/01/2011 - 00:00 Andrés Aberasturi

Esto no está fácil; por si teníamos poco con la que estaba cayendo, ahora se nos dispara el IPC y la primera consecuencia es la pérdida de poder adquisitivo: mientras los sueldos en el mejor de los casos suben algo más de un punto -y en el peor se congelan o se bajan- la vida se encarece un 3 por ciento y aparece el fantasma de lo que los técnicos denominan "estanflación" que es la subida de los precios sin que la actividad económica sea capaz de compensar el desequilibrio. Y no vale decir que este encarecimiento del IPC se debe sólo a la subida de tabaco y los carburantes porque si bien el precio de una cajetilla solo le afecta al fumador, el de los carburantes ya se sabe que incide directamente en muy corto plazo sobre prácticamente toda la cesta de la compra. Pero no se trata hoy de meterse en el charco de los números o de criticar la enésima rectificación del Gobierno a la hora de plantear la reforma laboral. Tampoco vamos a comentar las inyecciones de dinero previstas para las cajas de ahorro ni lo que puede pasar si el Banco Europeo decide subir aun más los tipos. Empezaba diciendo que esto no está fácil, y cuando digo "esto" me refiero a usted y a mi, al país, a una realidad que es ya dura y que puede ser aun peor si no se ataja con medidas valientes, serias, impopulares. Y lo que clama al cielo es que frente a un panorama como el que tenemos, los dos grandes partidos sigan empecinados en el infantil y suicida "y tu más". A ver si se enteran: estamos hartos del PSOE y del PP, hartos de unos sindicatos anquilosados y decimonónicos, hartos de unas minorías nacionalistas que venden su apoyo por unos cuantos euros aunque sepan que con ese apoyo van a alargar la agonía del país. Estamos hartos. No es algo que diga yo; las encuestas del CIS dejan claro que de cada cien españoles más de ochenta están por la labor de que de una vez por todas PSOE y PP lleguen a acuerdos para salir del agujero. Lo están pidiendo desde todos los foros y de todas las maneras y solo los propios políticos -con la inestimable colaboración de algunos periodistas adictos al pesebre- ponen sordina a lo que viene siendo un clamor desde que vimos las orejas al lobo. Si la situación actual de España no necesita de un consenso urgente, no sé que cosa puede ocurrir para que se de algo tan elemental como es trabajar juntos sacrificando egos, ideologías y elecciones. Estábamos tan acostumbrados al triunfalismo de unos y al catastrofismo de otros, que tal vez habíamos perdido el sentido de la realidad pero el día a día nos ha vuelto a poner en el camino de la sensatez y a exigir que Gobierno y oposición trabajen juntos para salvarnos todos. Ya no nos vale que se acusen mutuamente de no colaborar porque ya no nos valen las palabras ni los discursos ni las promesas. No les creemos y en democracia no creer a los que nos representan es ponerse al borde del abismo. Ellos sabrán lo que hacen y ante quien van a responder pero cada vez queda menos tiempo y cada día que pasa van en contra nuestra, en contra de todos.