Estos días azules

31/12/2022 - 15:20 Jesús de Andrés

Serrat, quien acaba de retirarse de los escenarios, hizo de sus proverbios y cantares parte del acervo común -caminante no hay camino, se hace camino al andar-, elevándolos a la categoría de expresión popular.

Su hermano José encontró en un bolsillo de su abrigo, mientras recogía sus pertenencias en la pensión francesa en la que pasó sus últimos días, en un papel arrugado, el que posiblemente fuera su último verso escrito: “Estos días azules y este sol de la infancia”. Serrat, quien acaba de retirarse de los escenarios, hizo de sus proverbios y cantares parte del acervo común -caminante no hay camino, se hace camino al andar-, elevándolos a la categoría de expresión popular. No hay mayor reconocimiento para un poeta. Aprovecho estos días grises de vacaciones para ver el documental de Laura Hojman sobre la vida de Antonio Machado, Los días azules, en el que se recupera su obra y su memoria, en el que su vida y muerte son símbolo de una España que nunca pudo ser. 

En una España subdesarrollada, con casi un 50% de analfabetismo, Machado formó parte del patronato de las denominadas Misiones Pedagógicas, un proyecto de difusión de nuestra cultura en el que participaron, como voluntarios, personas de la talla de María Zambrano, Alejandro Casona, Luis Cernuda, María Moliner, García Lorca o Carmen Conde, llevando, a los lugares más recónditos y olvidados de nuestra geografía, libros, películas, representaciones teatrales o reproducciones de los cuadros del Museo del Prado, de la Real Academia de San Fernando o del Museo Cerralbo. La cultura como liberación del individuo, la cultura como eje de la política, la cultura como enriquecimiento de la comunidad. A cientos de localidades, algunas de nuestra provincia, llegaron la música de Bach, Beethoven o Mozart, el canto gregoriano y la zarzuela, la imagen en diapositivas de obras de Velázquez, Rubens o Van Gogh, la representación de obras de Cervantes o Calderón de la Barca, la interpretación de romances tradicionales, el guiñol y los títeres. Y llegaron las bibliotecas. Bibliotecas rurales creadas con lo mejor de nuestra literatura: más de 5.000 bibliotecas que repartieron cientos de miles de libros. La cultura, nuestra cultura, con mayúsculas. Se intentó educar, pese a la resistencia de algunos. Apostolado del diablo, fue el calificativo de la posterior dictadura.

Hoy, cuando uno mira alrededor se encuentra con todo lo contrario, con el fomento no de la cultura sino del jolgorio ensimismado, de la superstición o de la barbarie en forma de maltrato animal, incluso por parte de quien no se quita la memoria histórica de la boca. “El toro de la Navidad”, no cabe mayor necedad financiada con dinero público. A veces me pregunto qué hubiera sido de España si durante estos más de cuarenta años de democracia hubiera habido políticas de fomento de la cultura con la mitad de ímpetu de las que animó Machado. Ay. El yermo de la España que bosteza, en esas estamos.