ETA, entre la generosidad y la inteligencia
22/10/2011 - 14:23
La euforia por la noticia de que ETA ha dejado de matar está matizada por la consciencia de que hay un proceso complicado para materializar la desarticulación definitiva de la banda terrorista.
Ellos se han dado el lujo de emitir un comunicado sin ninguna sensibilidad con las víctimas, sin un ápice de contrición y pretendiendo que el dolor que ha sufrido la sociedad española durante medio siglo no merece contrapartidas de los asesinos.
ETA no merece ningún agradecimiento por dejar de matar. Lo que suceda a partir de ahora no tiene por qué estar marcado por la generosidad; sencillamente los españoles solo necesitamos que este trámite de liquidación del terrorismo se haga con inteligencia.
El próximo día 20 de noviembre, los españoles van a elegir unas nuevas Cortes Generales de donde saldrá investido un nuevo presidente de Gobierno. Él, Alfredo Rubalcaba o Mariano Rajoy, será quien lidere las cuestiones técnicas para certificar la desaparición definitiva de ETA.
Está descartado que haya precio político a pagar por la autodestrucción de la banda terrorista. Sólo quedan, por tanto, cuestiones relacionadas con la Justicia, con la destrucción de su arsenal y con el destino de los encausado en procedimientos criminales.
El resarcimiento y las indemnizaciones a las que tengan derecho las víctimas es otro capítulo que dará quebraderos de cabeza pero que es de obligado cumplimiento.
El Estado de Derecho tiene mecanismos para estudiar individualmente cada expediente de crímenes y cada situación penitenciaria. No se puede invocar ninguna medida colectiva, porque los juicios pendientes y la situación de quienes sean sentenciados está tabulada por la ley. Y cualquier medida de gracia colectiva está claramente proscrita por la Constitución española.
El Gobierno, las Cortes Generales y los tribunales de Justicia tienen el margen de maniobra que les concede la Ley. Ni más, ni menos. Y de acuerdo a la Ley hay que conseguir que la inteligencia guíe los pasos para cerrar del todo esta página negra de la historia de España.
Pero ETA, Batasuna y su entorno deben saber que las varas de medir este proceso son vasos comunicantes entre sus actitudes y las decisiones políticas de los poderes públicos dentro de ese margen del estado de derecho. Si ellos son inteligentes entenderán que no pueden seguir provocando si quieren que no se les provoque. Depende fundamentalmente de ellos.