ETA, entre la ley y el deseo
25/09/2011 - 00:00
El terrorismo siempre debió estar fuera de la agenda política y sin
embargo ha sido factor de desestabilización de quien por mandato
constitucional tenía que gestionar la lucha contra ese mundo
tenebroso.
Hoy el final de ETA está más cercano y lo ocurrido en los últimos días entre presos de ETA y víctimas del terrorismo nos recuerda la cercanía del momento histórico en que ETA pase a formar parte del pasado. La manifestación a favor de Otegui en Bilbao pone en evidencia
resistencias políticas para empujar ese proceso y también que las
resoluciones judiciales no entienden o no deben entender de
oportunidades políticas.
Las reclamaciones de las víctimas son siempre legítimas pero no
garantizan que el análisis que puedan hacer una parte o la totalidad
de las mismas sea certero. Ni pueden reclamar el monopolio de la
gestión de la lacra del terrorismo.
Un estado de derecho lo es por definición en la supremacía de la ley sobre las voluntades políticas.
Y frente a una resolución del Tribunal Constitucional, que permitió a Bildu presentarse a las elecciones, cabe la crítica pero no el desconocimiento de los efectos jurídicos inevitables que trae consigo. Pero además no podemos perder de vista que el privar a cualquier ciudadano de la posibilidad de ser elegido tiene que tener garantías constitucionales en su aplicación.
El final de ETA es una realidad incuestionable y próxima. Y en ese
escenario, Arnaldo Otegui puede cuestionar la ley pero no puede evitar
su cumplimiento.
El Gobierno tiene legitimad para celebrar el triunfo
de la estrategia que ha materializado el ministro Rubalcaba en sus
éxitos frente a ETA. Y el Partido Popular podrá exigir el escrupuloso
cumplimiento de la Ley. Pero la cercanía de las elecciones del 20-N no
legitima a nadie para imponer sus deseos por encima de la ley ni para
poner arena en el engranaje de este proceso histórico.