Europa se cierra

12/05/2011 - 00:00 Francisco Muro de Íscar

 
Europa no puede ser sólo una comunidad de mercaderes, es decir, un lugar fácil para hacer negocios. Europa no es todavía una unidad política, pero se han dado pasos que parecían impensables hace poco y que deben ser la base sobre la que se construya el futuro. No tenemos una política exterior común ni de defensa, pero tenemos una moneda única, un Parlamento con algunos poderes y unas fronteras abiertas. Hace pocas décadas hubiera sido impensable pasar de un país a otro sin hacer una inmensa cola, sin enseñar un pasaporte, sin trámites aduaneros. O pagar con la misma moneda en cualquier país, sin estar pendiente del cambio o del cálculo. Europa aspiraba a ser una potencia mundial del nivel de Estados Unidos o de China y alzar la voz unida ante tantos problemas. Y también aspiraba, creo, a ser la defensora de los derechos humanos, de las libertades, de una cultura asentada en la democracia que marcara diferencias. Una potencia abierta a la cooperación con los países más desfavorecidos. Parece que las cosas están cambiando.
   Primero fueron Francia e Italia quienes presionaron a la Unión Europea para cerrar las fronteras y "reconstruir" el Tratado de Schengen, uno de los más importantes para construir la Europa realmente unida. Ahora Dinamarca no sólo lo ha pretendido sino que lo ha hecho. Ha ignorado Schengen y ha restablecido los controles fronterizos "lo más rápidamente posible y de forma permanente" con Alemania y Suecia. Y lo ha hecho con el apoyo de un partido xenófobo como los que están ganando lugar en casi toda Europa y afortunadamente no en España. En otros países, como Finlandia, que sólo tienen un 3 por ciento de inmigrantes, también crecen las reacciones xenófobas. Y lo grave no es sólo el cierre de las fronteras sino la criminalización de los inmigrantes, de "los otros", de "los diferentes".
   El Tratado de Schengen prevé reintroducir los controles en circunstancias extraordinarias, pero Dinamarca y otros países no pretenden aplicar el Tratado sino acabar con él. La Eurocámara nos había devuelto la esperanza en que las cosas no iban a cambiar, porque en un debate esta misma semana los había rechazado. Pero los pronósticos no son optimistas. Cabe la posibilidad, tibia, de que la Unión Europea diga a Dinarmarca que cumpla el Tratado o abandone la Unión. Pero también sería posible que Dinamarca y otros países optaran por la salida antes que por la normalidad de las fronteras abiertas.
   Romper Schengen es todo un síntoma de lo que empieza a pasar en Europa. La crisis está haciendo que muchos opten por tratar de salvarse solos ignorando la solidaridad. La crisis está provocando que algunos den la espalda a los derechos humanos y que cierren las puertas a los más desfavorecidos. El problema no es sólo ético o moral, porque no se pueden poner puertas al campo ni se pueden apoyar las revoluciones democráticas en el Norte de África o en los países árabes y al mismo tiempo cerrar nuestras fronteras. Es una hipocresía y un desafío al sentido común. francisco.muro@planalfa.es .