Felipe, la sanidad, la educación

30/06/2011 - 00:00 Francisco Muro de Íscar

 
¡Felipe, vuelve!". Se lo pidió uno de los asistentes al desayuno organizado por Farmaindustria, de la que Felipe González es asesor, y Europa Press. Su intervención, excelente, fue un repaso, sobre todo, a nuestro sistema nacional de salud, con referencias a la educación y con un suave vuelo sobre la política. Felipe González mantiene ese cierto aire de soberbia, de cinismo y de considerarse por encima del bien y del mal, pero con inteligencia, sentido del humor e ironía, que tanto se agradece, y, sobre todo, con esa capacidad que se echa de menos hoy de tener el Estado en la cabeza, el mundo en el horizonte y de decir lo que le apetece. Tiene razón en que todo está cambiando y los políticos siguen mirando el mundo con las anteojeras puestas. "Lo que cambia -dice González- es el paradigma económico y la izquierda está desconcertada, ni siquiera se atreve a decir lo que debe".

   Dijo cosas muy interesantes como que los líderes europeos y españoles no tienen sensación de emergencia, cuando estamos en plena emergencia y podemos llegar tarde. Para él es imprescindible "ligar salarios a la productividad", producir más y mejor con excelencia y ganar competitividad, y señaló que el problema es "ponerse de acuerdo en hacer lo que hay que hacer". Pero lo más importante fue lo que dijo sobre la sanidad y la educación, con una leve referencia a la Justicia, tres sectores que considera básicos para el Estado de bienestar, para el desarrollo económico y para la equidad social. Dijo que tenemos uno de los cinco mejores sistemas públicos de salud del mundo -y es verdad- y que no podemos introducir recortes en sanidad, educación o justicia, con la excusa de la crisis. Al revés, hay que invertir más, ganar competitividad en sanidad y en educación, implicando a todos los actores, a todos los profesionales para gestionar más eficientemente los recursos. ¿De dónde tiene que salir el dinero? Pues de reducir ayuntamientos, eliminar diputaciones, sin eliminar los servicios que prestan, y hacer una Administración eficiente. "Hay que acabar con la fiesta", dijo el ex presidente. Y tiene razón. Sólo un matiz.

    Lamentablemente no es lo mismo la educación que la sanidad. Tenemos un sistema público de salud excelente y un sistema público de educación manifiestamente mejorable. ¿Alguien toleraría un fracaso de un 30 por ciento en la sanidad? Pues eso es lo que hay en la educación, donde hay que entrar con el bisturí y corregir viejos errores, muchos de ellos de la etapa de González. En uno y otro caso, como en la Justicia, Felipe pide un pacto social, no sólo político. Y tiene razón. Ninguna reforma se puede hacer sin contar con los profesionales y con los consumidores. Para pedir corresponsabilidad a los ciudadanos y a los actores de la sanidad, de la justicia o de la educación hay que darles la posibilidad de que sean parte del cambio. Ese es el otro reto de la política que ya no se va a poder hacer de espaldas al ciudadano.

  

  

  

  

  

   

  
 
    
 
 

 

  

  

 

 

  

  

  

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