Fomentar el uso de la bicicleta

03/12/2010 - 00:00 María Barriopedro Taravillo

El pasado viernes 19 de noviembre, a las 20h, Edurne Pasabán daba una conferencia en el Centro San José. Hasta allí llegué, como suelo hacer, en mi bicicleta y cuál fue mi sorpresa cuando al intentar atarla en una de las vallas que separan el aparcamiento de coches de las escaleras de acceso al Centro, apareció un señor muy amable para decirme que era imposible dejarla allí, que él sólo cumplía órdenes pero que no podía dejar una bicicleta ahí porque “quedaba muy mal”. Tenía que sacarla del recinto. Eso significaba salir a la calle, buscar una farola o similar y, por supuesto, llegar tarde a la conferencia, así que le pedí por favor, le rogué, que me dejase atarla a una papelera que había en un rincón. Ahí no se vería y así no estropearía la estética del Centro. Así llegamos a un acuerdo y no tuve más problemas. Sin embargo, el sábado siguiente, 27 de noviembre, tenía una reunión en el mismo Centro, al que igualmente llegué en mi bicicleta. Esta vez, para no perder tiempo ni entrar en polémica, fui directamente al rincón donde estaba la papelera, pero esta vez, en vez de un señor amable, apareció el conserje más grosero que he conocido nunca dando voces. Yo intenté explicarle que la semana anterior me habían dejado atar ahí la bicicleta, pero ni escuchaba ni le importaba en absoluto lo que yo pudiera decir. Completamente fuera de sus casillas siguió dándome voces y, de repente, me vi rodeada por dos vigilantes de seguridad que no tenían intención de dejarme entrar si dejaba ahí mi bicicleta. Yo no daba crédito a lo que estaba pasando, en mi vida me habían tratado ni mucho menos gritado así, pero como vi que el diálogo era imposible, saqué mi bici y volví a entrar andando, bajo la mirada amenazante de conserje y vigilantes de seguridad… Vergonzoso. Es vergonzoso que en el recinto donde se encuentra unos de los principales polideportivos de la ciudad, así como la sede de los servicios de Educación, Juventud y Deportes de la Diputación, es vergonzoso, repito, que esté prohibido dejar una bicicleta. Entiendo que mi bicicleta no es tan bonita, ni mucho menos tan rentable, como las que nos ofrece el Ayuntamiento en alquiler, pero les aseguro que tiene un color marrón grisáceo que queda estupendamente con el cemento y los ladrillos del Centro San José. Por todo esto, hago un llamamiento a los responsables del Centro San José y demás espacios públicos para que tengan en cuenta que cada vez somos más quienes circulamos en bicicleta, que no somos delincuentes, que tenemos los mismos derechos que el resto de vehículos y, como ellos, necesitamos aparcamientos que, a diferencia de los del resto de vehículos, son limpios y no necesitan infraestructura.