Franco, un cadáver indigesto

30/11/2011 - 00:00 Carlos Carnicero


Los muertos mal enterrados siempre terminan por molestar. Menos mal que el dictador no fue embalsamado para la eternidad. Solo hay que recordar los quebraderos de cabeza que han dado los cadáveres de Evita Perón -robado y profanado- el de Vladimir Illich Lenin -momificado- y el del propio general Perón, al que le amputaron y robaron las manos.

  Los personajes nefastos, incómodos y polémicos debieran ser incinerados de oficio porque no hay nada más cómodo que el traslado de unas cenizas indeseadas. Ahora, hablando de cadáveres, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, como acto póstumo, recibe el dictamen de la comisión de expertos que ha estudiado la situación del Valle de los Caídos.

  Recomiendan -eso si, con permiso de la Iglesia Católica- exhumar el cadáver de Franco, desalojarlo de su actual emplazamiento y entregárselo a la familia del dictador para que proceda como mejor quiera con los restos de su ancestro. Es un sarcasmo que el gobierno más castigado en las urnas de la historia de España -después del último de la UCD- se despida dejando "un muerto" -nunca mejor dicho- encima de la mesa del gobierno entrante.

  La Ley de Memoria histórica fue, sobre todo, un acto de propaganda dentro de la estrategia de Zapatero de generar tensión con el partido conservador en su intento permanente de situarlo en los límites de la democracia. Hay que reconocer que por su propia naturaleza el PP no tuvo inconveniente de entrar a ese trapo. En los temas que de verdad el PSOE hubiera hecho un servicio a la sociedad, como La Ley de Libertad Religiosa o las relaciones con el Vaticano, el gobierno socialista siempre se apendejó. Porque amagar y no dar ha sido siempre su norma de conducta.

  La Ley de Memoria Histórica debiera haber tenido tres artículos y un reglamento preciso. La legitimidad de la República, la ilegitimidad e ilegalidad del franquismo y los derechos de todos los que fueron asesinados sin juicio legal -de todos los bandos- debiera haber sido el único contenido con un plan preciso y dotado para desenterrar a las víctimas de las cunetas y entregárselos a sus familias. En vez de eso, setenta años después, Zapatero ha consagrada que la transición estuvo mal hecha. Ahora nos entrega el muerto con un presupuesto de 13 millones de Euros para rehabilitar el Valle de los Caídos. Para mi, un sitio construido con sangre de presos políticos es un lugar maldito. No iré nunca allí.