Freaude a la soberanía popular
01/10/2010 - 09:45
Cartas al director
JOSÉ MANUEL BELMONTE Guadalajara
La Constitución francesa de 1793 fue la primera que estableció que la soberanía reside en el pueblo....La Constitución Española de 1978, en su artículo 12 afirma claramente: la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
Para mayor claridad volvemos a hacer la pregunta, ¿Qué es o qué quiere decir la soberanía popular?. La soberanía popular quiere decir que el poder reside en el pueblo. Y es el pueblo quien delega ese poder a los gobernantes, pero ellos son solo delegados. El titular es el pueblo.
Conviene andar con pies de plomo, porque por unas razones o por otras los políticos se piensan que el pueblo es ignorante y nos pueden engañar o embaucar con su fácil demagogia.
Pueden estar no solo defraudando las esperanzas de la gente, sino incluso cometiendo fraude contra la soberanía popular.Esto sucede, por ejemplo, cuando en el Estatuto catalán se pretende una reforma encubierta de la Constitución, según los juristas. Cuando la Constitución ordena acudir al poder constituyente, que es el pueblo español, y no se hace así, hay fraude constitucional, pues se priva de la soberanía. Hay fraude contra el pueblo soberano cuando un Estatuto de Autonomía declara, sin acudir a él en la forma constitucionalmente establecida, que determinados poderes no emanan de él, sino de parte de él. Hagamos que el pueblo sea realmente soberano. Construyamos España, sí, pero hagámoslo cumpliendo y haciendo cumplir sin fraudes ni artificios la Constitución vigente. También para reformarla. Cuando ella lo exige hay que acudir al pueblo, a todo él. Sólo así conservaremos las libertades que la Constitución nos garantiza. Y, además, esto es lo democrático: acudir al propio pueblo español para reformar la Constitución que él se ha dado a sí mismo. Lo demás son pamplinas y ganas de presionar y sacar réditos.
De igual modo, cuando no se ha informado al pueblo, porque no se ha llevado en el programa de ningún partido, la ampliación de la ley del aborto; cuando expresamente, según las encuestas la mayoría popular está contra esa reforma que se pretende imponer; cuando la sociedad civil se ha pronunciado hasta en dos ocasiones, de forma masiva contra esa reforma; cuando se acude para aprobar la reforma a grupos minoritarios, que no han sido votados por los ciudadanos en todo el territorio español, no se puede alegar, como han hecho, que la soberanía popular reside en el Parlamento que es donde se aprueban las leyes. Puede ser pura y llanamente un fraude de ley.
Parece que el único acto vinculante de soberanía que los ciudadanos podemos ejercer es el de votar a nuestros representantes cada 4 años. Y una vez que tienen nuestro voto a sabiendas de que el sistema electoral les favorece y que nada pueden hacer los ciudadanos para controlarlos hasta las siguientes elecciones, la clase política se ha dedicado a gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo. No había demanda social.
Pretenden así colarnos unas leyes, que incluso pueden ser inconstitucionales, sin que podamos el pueblo soberano opinar ni, lo que es verdaderamente importante, decidir. Se han ignorado las quinientas mil firmas que se han entregado en el Congreso en contra de la ampliación de la Ley promovida por el Gobierno y su Ministra más dócil. Se olvida que el pueblo es libre y no quiere mordazas.
Finalmente, es un fraude a la soberanía popular, porque los ciudadanos no podríamos cambiar nada, en las próximas elecciones incluso variando el sentido de nuestro voto.
Precisamente por eso quieren aprobarlo cuanto antes, e incluso, sin dar libertad de voto en conciencia, a los miembros de su propio partido. Ellos, si quieren que comulguen con ruedas de molino, nosotros no lo vamos a hacer. Somos pueblo libre y soberano. Lo olvidan. Estamos ante un totalitarismo democrático. Lo saben. ¿Hasta cuando?.
La soberanía popular, y el fraude a la misma, puede ser más grave que el problema económica y el paro. El pueblo está acostumbrado al sacrificio, pero no a que le tomen el pelo.