Fuerzas centrígugas
Lo cierto es que en el PP han sido muchos años de pretender ganar el centro y, a su vez, fomentar el extremismo dentro de sus filas, una contradicción que ha dado como resultado la escisión que supuso Vox y la incapacidad para ganar incluso en contextos favorables.
Que el voto tiende hacia el centro es una de las pocas leyes que explican el funcionamiento de una democracia liberal como la nuestra. Si se plasma en un gráfico, este tendrá la forma de una Campana de Gauss, achatada en los extremos y elevada en el centro. De ahí que los partidos con ambición de gobernar tiendan a ocupar el espacio central, que, como en el fútbol o el ajedrez, es el que da las victorias. No sorprenden, por tanto, los intentos de despeje por parte de Feijóo de un tema tan ideologizado y resbaladizo como el del aborto. Ni tampoco el empeño del PSOE de poner el asunto en la agenda porque saben que nada desgasta más a una formación como a las suyas que un debate de ese tipo.
El Partido Popular presentó hace 13 años un recurso de inconstitucionalidad a la actual ley de plazos del aborto aprobada por Zapatero, la que dejó atrás los tres supuestos (violación, malformación del feto y salud de la mujer embarazada). Tiempo tuvo durante la mayoría absoluta de Rajoy, conseguida en 2011, de volver a la ley anterior, de modificarla, suprimirla o prohibir el aborto en España. Sus 186 escaños le hubieran permitido tomar cualquier decisión al respecto, pero no movieron ni una coma. Ahora, tras resolver el recurso la nueva mayoría progresista del Tribunal Constitucional, el asunto regresa y le pega en la cabeza, cual caprichoso bumerán, al nuevo líder del PP, que no quiere ni oír hablar de ello. Su objetivo, para eso llegó, es ganar las elecciones y ello requiere centrar al partido ocupando el espacio dejado por Ciudadanos. Las discusiones esencialistas y las guerras culturales son terreno de grupos radicalizados, no de quienes aspiran a gobernar. Lo cierto es que en el PP han sido muchos años de pretender ganar el centro y, a su vez, fomentar el extremismo dentro de sus filas, una contradicción que ha dado como resultado la escisión que supuso Vox y la incapacidad para ganar incluso en contextos favorables. Casado fue el mejor ejemplo de ello: un día quería ganar y al día siguiente le afloraba el ardor guerrero. Feijóo lo tiene más claro, de ahí que no se quiera dejar enredar.
Un cuerpo en movimiento circular, en una curva, por ejemplo, experimenta una fuerza centrífuga que lo aleja del centro. Es la fuerza que en debates de este tipo te arroja a la cuneta o te estrella contra las vallas, precisamente la contraria que requieren quienes aspiren a ganar unas elecciones. Y no se es de centro por repetirlo cien veces sino por demostrarlo. Tomen nota también los candidatos locales.