Fuga de talentos

23/08/2011 - 00:00 Rafael Martínez Simancas

 
Elena Salgado le ha dicho a Rubalcaba lo que canta Alejandro Sanz en una letra con Shakira: "Te lo agradezco pero no"; salvando las distancias artísticas entre Salgado y la colombiana, y entre Rubalcaba y el cantante. Todos los que han sido ministros de finanzas han abandonado la política, la lista es amplia: desde Boyer a Carlos Solchaga pasando por Rato o por Solbes. Algo debe tener el puesto que anima a encaminarse hacia la puerta de salida con paso firme.
 
 
 
En cambio cuando uno pasa por el Ministerio del Interior ya no tiene ganas de dejar la política. Es el caso de los dos candidatos que se van a enfrentar en las próximas generales, tanto Rubalcaba como Rajoy conocen cómo funciona el Ministerio del Interior. Nos podemos preguntar qué habría pasado si ambos hubieran sido ministros de Economía; me parece que los candidatos serían otros con toda seguridad. Elena Salgado no quiere quedar mal con los suyos pero tampoco quiere acabar como San Lorenzo en la parrilla: vuelta y vuelta. Solbes se marchó por lo mismo, iba tan rápido cuando se despidió que aún es posible que no haya girado la cabeza para ver dónde queda el Ministerio.
 
  Se entiende que Salgado esté cansada de soportar la cartera más difícil del Gobierno y que cada vez que le ponían un micrófono antes de entrar en una reunión en Bruselas, sudara frío. El día en el que Elena Salgado se decida a contar sus memorias sabremos los equilibrios que ha tenido que hacer entre una Europa dominante, unos mercados agresivos y un presidente del Gobierno ausente en la mayor parte de las ocasiones. Por lo tanto se entiende su deseo de no repetir en las listas, otra cosa es que le llegue una canonjía si Rubalcaba lograra formar gobierno, algo que se antoja harto difícil teniendo en cuenta la distancia que les separa del PP, tanto en las encuestas como en el afecto ciudadano.
 
   Hay otros que también han preferido autoexcluirse del debate, como Bono, aunque el presidente del Congreso nunca dirá nada definitivo hasta que llegue el momento. No hay nadie que le guste hablar más de Bono que a Bono, y en la medida en la que la estrella de Zapatero se apaga, él irá subiendo en watios para ganar intensidad y luz propia. La despedida de Bono no tiene nada que ver con la de Salgado. El resto, todos los que pueden, intentan colocarse ante el final de un ciclo que se los puede llevar por delante cuál tsunami vengador, y lo hacen levantando los pies sobre la silla. En política se puede ser cesante como les pasaba a los funcionarios de la Restauración, lo que no se puede ser es animal en extinción.