Gaitas de fuelle en nuestra tierra
Aprovechando la actuación de Carlos Núñez, en el 'Buero', hacemos un repaso por algunos datos sobre este instrumento en la tradición musical de nuestro entorno.
Vuelve Carlos Núñez a Guadalajara, lo cual ya no es noticia, pues el gaitero vigués nos visita, desde hace años, con cierta frecuencia, llenando los aforos y con gran éxito. La verdad es que este tipo de músicas denominadas “celtas” tienen una gran acogida en todo el mundo, en esta “aldea global” que valora, por encima de todo, la calidad, pero también la frescura que aporta el folklore al panorama musical actual.
Así es que vuelven a sonar, una vez más, los aerófonos de la mano del maestro Núñez, en el Teatro “Buero Vallejo”. Su repertorio de gaitas y flautas es enorme, pero de entre todos los sonidos que vamos a escuchar destaca la gaita de fuelle como instrumento emblemático.
La gaita de fuelle, también denominada, en otras latitudes, como gaita de boto, cornamusa, etc., fue, y sigue siendo, un instrumento emblemático de la música popular gallega y asturiana, pero su uso estuvo también muy extendido por gran parte de la península ibérica. Con el tiempo fuimos conociendo acerca de su uso en una gran parte del norte peninsular y de su recuperación en otros lugares del noroeste -Zamora y Portugal-, La Rioja, Aragón, Cataluña y Baleares, donde recibe distintas denominaciones.
Gaiteros en el Festival Medieval de Hita. 1986. Foto: José Antonio Alonso.
También en nuestra tierra debió de tener su lugar en el repertorio organológico festivo, pues tenemos constancia de su uso, en fuentes literarias y etnográficas. Ya dejamos constancia de todo ello en su día, a finales de los años 70, con los primeros datos recopilados, datos que hemos ido ampliando, en otras publicaciones sobre instrumentos, a nivel provincial y regional.
El Arcipreste de Hita, buen músico y conocedor del repertorio instrumental de su tiempo, cita en el Libro de Buen Amor el francés odrecillo. Se refiere a un tipo de gaita de fuelle que ya debió usarse, por estos pagos, en ambientes populares y tabernarios: cítola y odrecillo no entran en este saco,/ más aman la taberna y saltar con bellaco. De hecho, es un instrumento que ha vuelto a aparecer en alguna edición del Festival Medieval de Hita.
Músico con gaita de fuelle. Sta María la Real. Nájera (Rioja). Foto: José Antonio Alonso.
Como digo, también hemos hallado datos en la tradición oral de nuestra provincia: en Campillo de Ranas se reunían, en tiempo de Navidad, gentes de Roblelacasa, Robleluengo y Campillejo. Los de Roblelacasa llevaban un pellejo de cordero, que se tocaba en la Misa del Gallo, en Pascua, Año Nuevo y Reyes. En la localidad alcarreña de Tabladillo, nos dieron noticia de la existencia de un tipo de gaita que los pastores de la zona fabricaban, normalmente, con un “botillo” desechado (aquí encontramos una cierta relación con las gaitas de boto aragonesas). También usaban pieles de gato y de cordero para tal fin. El aire era introducido en el fuelle por un tubo de caña al que denominaban chispero y salía por un tubo sonoro con orificios, para regular la salida del aire y emitir las notas. En ambos casos los datos que aparecen estuvieron vinculados a zonas ganaderas. Nuestros pastores conocían estos instrumentos, así como la forma de tratar las pieles. Nada podemos aportar acerca de los repertorios que interpretaban.
También sabemos que este tipo de gaitas se tocaron, puntualmente, en otras provincias de nuestra región. Estos datos se los debemos al músico e investigador José Javier Tejada Ponce, autor de un estudio sobre “La dulzaina en Albacete...” (revista “Zahora”, nº. 48). Tejada señala la existencia de una representación de una gaita de odre, en la iglesia de san Miguel en Alcaraz (Albacete). También cita en su estudio datos de la provincia de Cuenca, donde el dulzainero Bernardino Guijarro, tocó, además, una gaita de fuelle, y su caso no debió ser el único; aunque estos datos no son suficientes como para hablar de una tendencia generalizada.
Músico con gaita de fuell. Catedral de Toledo. Foto: José Antonio Alonso.
Es posible que la presencia de estos instrumentos en algunas bandas de gaitas militares contribuyera a su relativa difusión en España. En la localidad molinesa de Tordesilos, por ejemplo, Juan Pablo Pérez (q.e.p.d.), pastor, gaitero y artesano hizo la mili, hacia 1945, en el Batallón de Montaña de Barbastro, en cuya banda tocó la gaita de fuelle y aprendió alguna pieza del repertorio interpretado con ese instrumento, como la Marcha de Viernes Santo. Nos parece recordar que Juan Pablo tenía en su casa algún ejemplar de gaita gallega. Según parece, otro pastor, paisano suyo, llamado Juan, también tocaba este tipo de gaita.
En cuanto a la iconografía del instrumento, son bien conocidas las representaciones que aparecen en las ilustraciones de las “Cantigas” alfonsíes. También son habituales las imágenes de pastores con este tipo de instrumentos en las obras de arte, en escenas de adoración navideña, y en las portadas, sillerías, etc. de algunas catedrales, como por ejemplo en la Puerta de los Leones, de la catedral de Toledo, donde aparece un músico que toca una gaita de fuelle.
En resumen, visto lo visto, también por nuestra tierra y alrededores debió de tocarse la gaita de fuelle, aunque los datos que nos han llegado sobre su uso son esporádicos y, tan lejanos en el tiempo, que ya no forman parte de nuestros “paisajes sonoros”. En algunas regiones, Aragón por ejemplo, la recuperación del instrumento y de sus repertorios han sido muy notables y son muchos los grupos que la han incorporado a sus espectáculos, pasacalles, etc. No obstante, la buena música, venga de donde venga, será siempre bienvenida, que también el buen gusto debe formar parte de nuestra esencia.