Gente buena
Cada vez es más difícil encontrar gente buena. Todos aspiramos a una vida satisfactoria, feliz, y pensamos que ello depende de cosas tan banales como tener dinero o prestigio cuando en realidad nuestro bienestar emocional no depende, ni mucho menos, de lo que hacemos o tenemos.
A María le diagnosticaron un cáncer de páncreas hace año y medio. Echada para adelante, guerrera, le plantó cara al destino. Siempre fue alegre y optimista, y pensó que podría con el monstruo. Luchó con todas sus fuerzas, sin una queja, pero no pudo con él. Al desencadenarse el final, sus amigas, su grupo de leales e inseparables amigas de infancia, barrio y colegio, se pusieron en contacto con Manolo García, su artista predilecto, a quien tantas veces siguió en sus conciertos en solitario o con El último de la fila, a través de su hermana Carmen, otra bella persona y gran artista también. Por qué no intentarlo, se dijeron. No podría salvarla, pero sí darle una gran alegría. Le pidieron un breve vídeo, unas palabras, apenas un saludo que, sabían bien, le haría sonreír una vez más.
Manolo García es un músico universal y no hubiera sido extraño no recibir respuesta alguna, pero respondió, amable y generoso, en un vídeo de un minuto. La amabilidad requiere una mezcla exacta de cortesía y compasión, comprender el dolor del otro y desear su alivio. “Cualquier cosa que yo pudiera hacer por ti -le dijo-, solo tienes que decirlo”. Pero no quedó ahí la cosa, unos días después la llamó por teléfono y hablaron de algo que ya solo sabe él. Le contaría, quizá, las veces que fue a sus conciertos o escuchó en bucle sus discos, le hablaría de sus hijos, Violeta y Manuel, que lleva su nombre por él, incluso le explicaría la paz que le embargó al despedirse de sus amigas Lorena, Begoña, Esmeralda, Marta y Yolanda, a quienes pidió que disfrutaran la vida, que no guardaran nunca rencor y perdonaran siempre.
Se fue el 17 de julio a los 48 años. Ella misma preparó el recordatorio, que incluía parte de una canción de Manolo García: “No hay mejor guía, decías, que el tenue brillo de las estrellas”. María es ya una estrella que brilla en el cielo.