¿Gobierno de concentración? ¿Por qué no ?

18/11/2011 - 00:00 Pedro Calvo Hernando


  Yo no creo que sea tan descabellada esa idea sobre la conveniencia de un Gobierno de concentración nacional a raíz de las elecciones generales de dentro de unas horas. Siempre se dijo que ese tipo de Gobierno era un recurso absolutamente extraordinario aplicable solamente en circunstancias extraordinarias cercanas al abismo. ¿Alguien me puede explicar si las circunstancias presentes no se parecen mucho a esa vieja admonición? Que se lo cuenten, si no, a la prima de riesgo, a los cinco millones de parados, al peligro de rescate de la economía española, aunque no creo que sea preciso añadir nada más, ya que todos los españoles sabemos lo que pasa y lo que puede pasar.

  Seguramente no estaríamos así si el partido de Mariano Rajoy hubiera tenido una actitud mucho más colaboradora en estos tres años y pico transcurridos desde que la crisis tomó cuerpo. No creo que el PSOE debiera ahora pagarles con la misma moneda, en el caso de que el PP gane los comicios como predicen las encuestas.

  El patriotismo hay que demostrarlo con hechos y no con palabras hueras. Con todo esto quiero también decir que los resultados de las elecciones del domingo, cualesquiera que sean, van a ser muy poco relevantes en lo que a las urgencias económicas se refiere, por mucho que lo sean teniendo en cuenta el conjunto de las propuestas electorales y de las necesidades globales de la sociedad española.

  De ahí que yo no vea mal que alguien haya lanzado esa idea sobre un Gobierno de concentración, cuyo cometido básico no sería otro que el acometer con la máxima unión y consenso la titánica tarea de cambiar el rumbo de nuestra economía y de la situación social resultante de la larga y cruel crisis económica española e internacional. No va a servir ya de mucho el debate sobre la incidencia de la burbuja inmobiliaria, responsable del 80% del paro generado desde el estallido de la crisis. Ese debate no va a servir ahora de mucho, por lo que hay que aplazarlo y estar todos en disposición de cooperar con urgencia, sin hacer demasiados ascos ideológicos a quien resulte ganado.