Gracias por cuidar a mi padre
¡Victoriano, cariño! Así le llamaban todas las enfermeras y auxiliares que le atendieron hasta su último día en el Hospital Universitario de Guadalajara. Siempre con una sonrisa en la cara y seguido de más palabras tiernas y dulces, aunque llevaran toda la noche de guardia y vinieran a cambiarle el pañal, limpiarle, o darle el tratamiento o cuidado que necesitara.
Mi padre ha sido un hombre rudo, poco simpático, quien jamás hubiera consentido que le hicieran muchas de las cosas que le han hecho durante este tiempo. Ellas consiguieron no sólo que se dejara hacer, sino que siempre le arrancaron una sonrisa incluso una caricia de agradecimiento.
Después de casi dos meses conviviendo con ellas, las palabras se quedan muy cortas para expresar el agradecimiento de toda mi familia por cómo han cuidado de mi padre, la humanidad y el cariño que le han transmitido y la profesionalidad con la que le han atendido. En los momentos tan difíciles que hemos pasado, ellas, enfermeras y auxiliares, han sido las personas que más nos han ayudado a sobrellevarlo y vivir junto a mi padre hasta su último minuto de vida.
Cuando se constató que la enfermedad de mi padre le dejaría inevitablemente dependiente para lo más básico de la vida, tocó tramitar su Declaración de Voluntades Anticipadas. Turno del Departamento de humanización del Hospital.
Regulado por una Ley orgánica con sus requisitos, trámites, plazos, informes, como cualquier acto administrativo en el que uno asume que puede verse inmerso en un sinfín de formularios y ventanillas, el departamento de humanización del Hospital aparece con la misma carga de empatía y profesionalidad que mis queridas enfermeras: “No te preocupes por nada, vamos a gestionar la voluntad de tu padre y cumplir todo lo dispuesto en la Ley lo más rápido que ésta nos permita. Sabemos que esta situación es difícil para toda tu familia. Estamos a vuestra disposición, día y noche”
Palabras gratuitas y muchas veces muletillas de cortesía, pero estas no lo fueron. Necesité esa disposición celebrando nuestra Constitución y sí, ahí estaba, disfrutando de su día festivo, pero se percató que me encontraba en una de esas “horas bajas” y acudió a tomar un café conmigo y resolver mis inquietudes. Estos son los detalles que te hacen recordar que sigue existiendo vocación profesional y sobre todo, humanidad.
GRACIAS. A todo el personal sanitario del Hospital Universitario de Guadalajara, que de una forma u otra habéis intentado sacar a mi padre adelante, cuidándole y mimándole hasta el último minuto como lo habéis hecho, y a los que finalmente nos habéis ayudado a cumplir su voluntad.
Por último me permito una reflexión: Vitoriano ha fallecido, duele mucho su pérdida, pero nos dejó escrito su regalo de Navidad, un remedio que ha convertido gran parte de ese dolor en dos sentimientos: admiración por su generosidad y alegría por las personas que han recibido su soplo de vida. Donar sus órganos, algo tan sencillo y tan necesario, ha conseguido que escriba estas líneas orgulloso de mi padre y feliz por las familias de quien haya recibido sus órganos. FELIZ NAVIDAD.