Groenlandia

11/01/2025 - 11:50 Jesús de Andrés

A diez días de tomar el timón, amenaza Trump, entre otras lindezas, con anexionarse Groenlandia, hacer una OPA hostil a Canadá y requisar el canal de Panamá.

 Bravuconadas que sumar a su larga lista, amenazas que se llevará el viento. O no: ese es el problema. Como profesional del bulo y de la mentira, cambia de un día para otro lo que dice. Si la guerra de Ucrania la iba a resolver en un día, como dijo en campaña electoral, ayer mismo anunció que se alcanzaría la paz (sin especificar qué significa eso para él) en un mínimo de seis meses. También ha pregonado que expulsará a 15 millones de inmigrantes, sin saber si es posible desde el punto de vista legal, sin hacer un cálculo del coste y, sobre todo, sin ser consciente de que esas personas trabajan y cotizan en los Estados Unidos sin que haya otra mano de obra que pueda ni quiera reemplazarla. Ya veremos qué pretextos pone, si los pone, cuando vea que es imposible. “Enmarcad mis palabras”, dice una y otra vez en sus discursos. Convendría hacerlo.

Así, su iniciativa de levantar un muro con México y que lo pagaran los mexicanos se quedó en eso, en pura fanfarronada. De los más de 3.000 kilómetros de frontera que tienen en común ambos países, más de mil ya tenían algún tipo de valla, muro o protección fronteriza. Al finalizar su mandato, se había reparado una parte de lo existente y se habían creado apenas 75 kilómetros nuevos. Ese fue el resultado de su promesa. Para colmo, parte de lo construido y reformado fue destruido por los fenómenos atmosféricos y hubo acusaciones de corrupción, en vías de resolución judicial, por el desvío de cientos de millones de dólares destinados a su construcción. 

Algo huele a podrido en Dinamarca, como dijo Shakespeare a través de uno de los personajes de su Hamlet, tampoco lo vamos a negar. En este caso, sorprende la suavidad con que se ha afrontado la provocación. Tanto afán en la autodeterminación de los inuit, tanto invento indigenista, tanta falta de visión geopolítica, han terminado facilitando tan inaudita petición. Dinamarca, y con ella la Unión Europea, debieran posicionarse claramente, no aceptando ninguna modificación de fronteras, como no se ha admitido en Ucrania. Incluso podrían tirar de retranca, si la tuvieran, animando al pueblo estadounidense a formar parte del pueblo danés, a alcanzar sus cotas de atención sanitaria y educación gratuita de alta calidad, a tener sus mismas políticas sociales. Y yo te buscaré en Groenlandia, como decía aquella vieja canción ochentera de los Zombies. Ojalá nos encontremos allí, en Perú, en el Tíbet o en la isla de Pascua, pero sin amenazas.