Guadalajara habla en la calle

19/07/2012 - 00:00 Redacción


Sin entrar en la habitual guerra de cifras hay que admitir que han sido miles los ciudadanos de Guadalajara- se cifran entre cuatro y diez mil- y a la misma hora en todas las ciudades españolas- que han rechazado en la calle los últimos recortes o reformas impuestas por el Gobierno de Rajoy. Todas las fuerzas sindicales y numerosas organizaciones sociales habían convocado en los días previos a mostrar el enfado, indignación y crispación que estas medidas han causado. Las consignas, los gritos, las pancartas, el malestar son evidentes. Cierto es también que son muchos los que se quedan en casa sin hacer ruido doloridos pero entendiendo los ajustes como la medicina curativa de una situación crítica. La sociedad de Guadalajara ha hablado en la calle y lo ha hecho de manera clara y con mucha razón. Los ciudadanos son los paganos que sufren en sus bolsillos el mal gobierno de sus políticos, mientras éstos, los grandes banqueros y las mayores fortunas de España permanecen sin asumir en la medida que debieran sus responsabilidades. Los funcionarios están cansados de ser injustamente asociados con un grupo de vagos que no producen , cuando son pieza fundamental del funcionamiento de las administraciones y de la prestación de los servicios públicos. Los trabajadores no entienden que la empresa privada pueda rebajar sus sueldos y privarles de derechos que habían llevado años conquistar. Los enfermos no comprenden que los centros médicos de sus localidades cierren antes sus puertas y haya listas de espera mientras despiden personal y les lían con las recetas y copagos… y así se podría seguir enumerando colectivos sorprendidos y desorientados. Los votantes tampoco asimilan que se incumplan las promesas electorales y que los que se marchan no asuman responsabilidades por dejar las arcas llenas de deudas. Nadie aplaude la subida del IVA que retrotraerá la economía. Todos comprenden que es necesario un esfuerzo colectivo y hay que evitar la quiebra de la paz social. Es preciso volver al diálogo social y político para encontrar el entendimiento y la racionalidad.