Guadalajara ingeniera
01/10/2010 - 09:45
EL COMENTARIO
Enrique G. Jordá - Periodista
No conozco otro lugar de España en donde se pueda aplicar con mayor objetividad el apelativo de ingeniera que a Guadalajara. Sería imposible relatar su historia, sin mencionar el componente humano de profesionales en ingeniería que han contribuido a forjar su devenir.
El término ingeniería contiene el de ingenio, así como el de ingeniar, y aunque fundamentalmente la ingeniería guadalajareña fue militar y civil, nada hubiera ocurrido sin la facultad de un puñado de expertos en discurrir, intuir, inventar con entendimiento y saber aplicar las técnicas adecuadas para utilizar la fuerza, la materia y la energía, en la construcción de cosas útiles para los seres humanos.
Desde el trabajo de los ingenieros y alarifes medievales que construyeron el magnífico Puente Árabe, el Alcázar, el Palacio del Infantado, etc., hasta llegar a mediados del siglo XIX con la implantación de la Academia de Ingenieros Militares y el posterior asentamiento del Parque de Aerostación, Guadalajara fue ingeniera al más alto nivel, lo que contribuyó de manera decisiva a su desarrollo social y económico.
Hoy, Guadalajara es agradecida. La próxima semana, el Colegio de Ingenieros de Caminos de Guadalajara, homenajea con distintos actos el trabajo y la trayectoria del ingeniero español Leonardo Torres Quevedo. Ya a finales del pasado año, se celebró la exposición Leonardo Torres Quevedo y la conquista del aire, pero el célebre ingeniero además de su generosa aportación al mundo de la aerostación, fue pionero de la informática y ejemplo en el desarrollo de numerosos inventos de reconocimiento internacional, fundamentalmente en el campo de la automática. En 1903, diseñó y construyó el primer aparato de radiocontrol del mundo, el telekino -precursor del mando a distancia-, presentándolo en la Academia de Ciencias de Paris. Otros de los inventos de Torres Quevedo fueron los famosos jugadores ajedrecistas, que se consideran como precursores de la inteligencia artificial. En 1914 publicó una memoria titulada Ensayos sobre Automática, en el que mostraba la posibilidad de diseñar un computador digital electromecánico 20 años antes de que se empezaran a construir. Y aún hoy en día, su transbordador, el llamado Spanish Aerocar, construido en 1916 sobre las Cataratas del Niágara, sigue en funcionamiento. ¡Todo un genio!
No estaría demás que al remover homenajes y recuerdos, se avivara el latente impulso de la genialidad, que tanto bien hizo en estas tierras, no hace mucho tiempo, para que el dirigible de la ingeniería vuelva a surcar los cielos de Guadalajara.
Desde el trabajo de los ingenieros y alarifes medievales que construyeron el magnífico Puente Árabe, el Alcázar, el Palacio del Infantado, etc., hasta llegar a mediados del siglo XIX con la implantación de la Academia de Ingenieros Militares y el posterior asentamiento del Parque de Aerostación, Guadalajara fue ingeniera al más alto nivel, lo que contribuyó de manera decisiva a su desarrollo social y económico.
Hoy, Guadalajara es agradecida. La próxima semana, el Colegio de Ingenieros de Caminos de Guadalajara, homenajea con distintos actos el trabajo y la trayectoria del ingeniero español Leonardo Torres Quevedo. Ya a finales del pasado año, se celebró la exposición Leonardo Torres Quevedo y la conquista del aire, pero el célebre ingeniero además de su generosa aportación al mundo de la aerostación, fue pionero de la informática y ejemplo en el desarrollo de numerosos inventos de reconocimiento internacional, fundamentalmente en el campo de la automática. En 1903, diseñó y construyó el primer aparato de radiocontrol del mundo, el telekino -precursor del mando a distancia-, presentándolo en la Academia de Ciencias de Paris. Otros de los inventos de Torres Quevedo fueron los famosos jugadores ajedrecistas, que se consideran como precursores de la inteligencia artificial. En 1914 publicó una memoria titulada Ensayos sobre Automática, en el que mostraba la posibilidad de diseñar un computador digital electromecánico 20 años antes de que se empezaran a construir. Y aún hoy en día, su transbordador, el llamado Spanish Aerocar, construido en 1916 sobre las Cataratas del Niágara, sigue en funcionamiento. ¡Todo un genio!
No estaría demás que al remover homenajes y recuerdos, se avivara el latente impulso de la genialidad, que tanto bien hizo en estas tierras, no hace mucho tiempo, para que el dirigible de la ingeniería vuelva a surcar los cielos de Guadalajara.