Guadarnia

28/01/2018 - 11:51 Jesús de Andrés

Al contrario que el procés, cuya esencia reside en la violación de la ley, la Constitución reconoce la capacidad de las provincias.

El viernes pasado, animado por la apuesta literaria de la provincia, fui a lo de FITUR. Nada nuevo bajo el enorme pabellón de Castilla-La Mancha: molinos, Quijote y mucha Mancha manchega. “En un lugar de tu vida”, era el lema del frontispicio. Eso es tener clara la unión de turismo y literatura, pensé. Lástima que casi siempre se queden en un solo libro, que además no representa a todos. Por ser el día de Guadalajara –apoyándose en El río que nos lleva, la obra de Sampedro–, a la insistencia cervantina se añadió la “ruta de los gancheros”, si bien a costa de contraprogramar a la Diputación y de rivalizar absurdamente por un mismo recorrido turístico, lo cual, más que sumar, provoca una insensata competencia entre instituciones. Guadalajara tenía su estand, aunque costaba Dios y ayuda encontrarlo: detrás del escenario, entre bambalinas, tapado por las banderolas publicitarias y lejos de los pasillos. En el backstage, si lo prefieren en inglés. Lo comparaba uno con el de Toledo y tenía la certeza de que a los de la capital autonómica jamás los hubieran ubicado allí, ni queriendo ni sin querer.
    Intrigado por saber si a los de Tabarnia los trataban mejor en el pabellón de Cataluña, y dado que estaba enfrente, allá me fui. Ni rastro de Tabarnia, pero tampoco de público. Tan necesitados estaban de que alguien paseara por allí –se veía desierto– que pedí un lápiz de la Diputación de Barcelona y me regalaron tres. Tres. En el pabellón de Cataluña. Desconozco si Tabarnia tuvo su rincón ya que, sinceramente, no me atreví a preguntar. Lo de Tabarnia, hablando en serio, no es una broma. Es parte del mecanismo de defensa de aquellos catalanes que acosados por el independentismo han resuelto usar sus mismas armas pasadas por el tamiz de la ironía y el sarcasmo. Tabarnia pone en evidencia las mentiras y contradicciones de los independentistas. Albert Boadella, president en el exilio, se reconoce como un payaso, pero incapaz de alcanzar el nivel de Puigdemont. Frente al derecho a decidir de Cataluña, el derecho a decidir de Barcelona y Tarragona; porque si esto va de democracia y autodeterminación, a ver qué argumentos se usan para negar a Barcelona independizarse de Tractoria, la Cataluña rural, reaccionaria y carlista que les roba.
    Al contrario que el procés, cuya esencia reside en la violación de la ley, la Constitución reconoce la capacidad de las provincias –a través de sus diputaciones– para constituirse en comunidades autónomas, lo cual abre el camino de la amenaza jocosa que bien puede servir a Tabarnia para mostrar las carencias del argumentario independentista como a una hipotética Guadarnia dispuesta a no seguir soportando humillaciones simbólicas a cuenta de la concepción autonómica mancheguista que relega una y otra vez a Guadalajara. Es posible que la simple amenaza de independizarse del pabellón de FITUR en 2019 –cuya cuenta pagan las diputaciones– tuviera efectos prodigiosos. Viva Guadarnia.