Guerra de vídeos

26/10/2011 - 00:00 Antonio Casado

 

  La anécdota ha circulado estos días por los mentideros políticos. En su reciente encuentro personal sobre la tribuna de invitados, con motivo del desfile militar del 12 de octubre, el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, en tono absolutamente distendido, dijo a su adversario político y electoral: "Ya nos falta poco Mariano". Y entonces Rajoy, en el mismo tono, replicó: "¿Poco, dices? Una eternidad". Como los dos ya tienen percebes en los sobacos a modo de muescas, una por cada campaña electoral vivida en distinto grado de responsabilidad, saben de los aspectos cansinos y poco motivantes de semejante tarea, que esta vez ambos viven en grado de protagonismo (Rajoy por tercera vez, como se sabe).

  Sin embargo, la presente campaña tiene una carga suplementaria de tedio en lo que respecta al líder del PP. Me refiero a su dependencia de una guía de campaña que le obliga a no entrar al trapo porque las encuestas le ponen en Moncloa sin bajarse del autobús. Así que lo suyo no pasa de evitar el oleaje, impedir movimientos bruscos de la barca, arriesgar lo menos posible y esperan que sean otros quienes hagan el gasto corriendo tras el balón. En ese sentido he escrito en alguna ocasión anterior que Mariano Rajoy juega con negras, a la espera de que sea Rubalcaba el que mueva pieza y tome la iniciativa.

  Eso es lo que le toca en ajedrez al que juega con blancas. Todo esto viene a cuento de la guerra de los vídeos puestos en circulación por las responsables de las respectivas campañas, la socialista Elena Valenciano y la "popular" Ana Mato. Mueve ficha la jefa de campaña de Rubalcaba con un video muy malintencionado en el que, con el pretexto de defender la escuela pública, ataca al PP con el argumento demagógico de que solo defiende a los ricos y sus escuelas privadas, amén de personalizar en un niño una especie de determinismo social (el niño que confía en disponer de los hijos de su cuidadora cuando él mismo sea un padre de familia).

  Es un producto publicitario que arremete contra el supuesto clasismo de los seguidores del PP. Nada nuevo en una campaña electoral. Lo que pretendo subrayar es que, en esta guerra de los vídeos, el del PP no hace otra cosa que entrar al trapo de la propuesta socialista de fondo, la que invita a "pelear" por lo que quieren sus votantes. En el vídeo del PP se hace una igualmente maliciosa asimilación del término "pelea" con el supuesto gusto del PSOE por la confrontación a cara de perro. Nunca mejor dicho, el PP acusa a sus adversarios de volver a sacar el famoso "doberman". A lo mejor estas cosas acaban sacando la precampaña de la modorra impuesta por la sensación de que todo el pescado está vendido. No lo creo. Como Rajoy, opino que todavía queda una eternidad para seguir expuestos a este tipo de banalidades .