Ha transcurrido un año: ¿alguna conclusión?

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por:
Cartas al director
JOSÉ MANUEL BELMONTE / Guadalajara
En un año no habido oficialmente una campaña informativa sobre sexualidad humana. Tampoco se ha dicho una palabra, oficialmente, sobre la afectividad humana, sus formas de expresión y sus mensajes. Sin embargo, antes incluso de que se aprobara la Ley del aborto, torticeramente denominada “de salud sexual”, el Gobierno tomó la decisión de permitir la venta de la píldora del día después (PDD), en farmacias, sin receta médica (28/09/2009). Hace ahora un año.
La sociedad civil tiene que ser capaz de valorar esa decisión.

No tengo datos para negar que al gobierno le preocuparan las estadísticas alarmantes del número de abortos (112.138 en 2007 y 115.812 en 2008, lo que suponía un incremento del 115% desde 1998). Lo que sí afirmo es, que si no deseaba que se llegase a la “situación dramática” del aborto, su alternativa ha sido irresponsable: “prevenir” los embarazos no deseados quitándoselos de encima, con el acceso a métodos anticonceptivos de emergencia. Hacer de la píldora un preservativo al alcance de todos; y negar las consecuencias de esa “bomba de hormonas” sin anteponer una alternativa de educación y prevención, es no solo una decisión arriesgada, es una decisión equivocada.

Los hechos. Los fabricantes de preservativos comercializaron en 2009 dos millones menos de preservativos que el año anterior. Por el contrario, tras marginar a los médicos, la venta de la PDD se ha disparado a 2.100 unidades diarias. Antes no llegaban ni a mil. Una decisión populista en contra del criterio médico y farmacéutico.

El proceso se había iniciado ya mucho antes en la sociedad. Primero se produjo la desmitificación y la desnudez de la sexualidad. Se desvinculó la sexualidad humana del amor y del matrimonio. La sexualidad era un fin en sí. No era preciso casarse para practicar el sexo. El siguiente paso era desvincular la sexualidad de los hijos. Podía haber matrimonios de otro tipo, que no pueden tenerlos. Se aprobaron los matrimonios homosexuales. Una vez desconectada de los hijos podía haber encuentros sin compromiso, sin amor; como puro juego. Se llegaba así a la sexualidad ocasional, esporádica, sin responsabilidad y sin ataduras. Aunque tarde, cayeron en la cuenta que el sexo entre seres humanos no es un juego, como el ajedrez, que al finalizar la partida el peón y la reina se vuelven a la caja, y no son más que piezas de madera o de otro material. El sexo libre, trajo la promiscuidad, trajo el SIDA y trajo embarazos no deseados, tanto en niñas como en adultas. Y por supuesto, situaciones tremendas. También el aborto criminal. Pero además, masivo, para regocijo de las clínicas abortistas. (Nunca han dicho, quién estaba impulsando la ley del aborto). No hace falta.

Se apostó fuerte por “la libertad” de hacer cada uno lo que quisiera con su cuerpo, sin información, sin formación. De manera absolutamente irresponsable, se tiraban por tierra al mismo tiempo valores éticos, morales y religiosos. El valor y la dignidad del ser humano, se reducían a nada. La libertad personal pasó a valer más que la vida humana. Se olvidó que el ser humano no es sólo carne y sangre, también es alma, espíritu. Eso no importaba o había que silenciarlo. El sexo era al mismo tiempo un fin y un arma con la que se atacaba al cristianismo y a la Iglesia en su núcleo central: la familia. Cuando se echa a Dios ¿qué queda del hombre?
Llegados a esta última etapa, la de las consecuencias materiales de sus juergas y de sus uniones sexuales, el gobierno ha optado por poner en manos de la mujer embarazada “los medios” para desembarazarse: la píldora, primero, y si falla, el aborto. Y se los ha vendido a la sociedad como “
Y mientras tanto, en ayuntamientos y consejerías de su cuerda, cursos y talleres sexuales de masturbación y juegos de todos los colores, para todas las edades. Y ahora ya en la escuela. Desde los 3 años adoctrinamiento, gracias a la Ley del aborto. Y… con el dinero de todos.

El gobierno, obsesionado con el sexo, ha perdido la cabeza y está procurando que la pierda la juventud. Ni propone objetivos claros, ni ideales juveniles, ni metas ni sueños, ni siquiera un pacto educativo. No ofrece condiciones para encontrar trabajo. Es posible que haya más sexo pero menos seso. En general, gracias al gobierno, a las televisiones, y al ambiente que ellas crean, prima la imagen, el físico, los objetivos materiales, la fiesta, el vacío y la locura.

Ignorando las razones humanas y científicas más elementales, el gobierno borra de un plumazo a los médicos, su saber y su consejo, en el tema de la píldora. “¡Barra libre!”. No hace falta que receten la píldora. Es más, por si la PDD fallase, se ha puesto en el mercado, “con las mismas garantías” la píldora de los 5 días. Lógicamente más fuerte. (Las píldoras son autentico cóctel hormonal, bombas farmacéuticas con importantes efectos secundarios). Por el contrario sí reclama a los médicos para que ayuden al aborto, porque es un derecho de la mujer. La única recomendación de la Ministra de salud: “al ser un fármaco hormonal no se debe hacer uso abusivo”. Pero ni explica que quiere decir, y cómo va controlar el uso y el abuso. Luego, se lava las manos, como Pilatos, de lo que pueda pasar. Es una auténtica locura. Vamos a dejarnos ya de “polisemia” y vamos a llamar a las cosas por su nombre. Cuando se cumple un año de la libertad de la píldora, conviene hacer una reflexión en profundidad, porque el gobierno simplemente nos va a vender que hay menos abortos. La realidad es ésta: sólo con que un mínimo 2% de la de las 766.500 PDD vendidas libremente hayan producido el efecto deseado por las consumidoras, tendríamos 15.330 abortos químicos incontrolados. Habría que añadir según los datos de Sanidad: por lo menos 112.000 muertes de seres humanos producidos por abortos voluntarios. Para el gobierno, todo un logro. ¡Increíble!
Hay algo peor que no decir toda la verdad. ¡Que sigan muriendo inocentes! ¡Que parezca natural! ¡Que la gente lo acepte como normal!