Hablan los ricos: atentas las clases medias

29/08/2011 - 00:00 Andrés Aberasturi

 

Esto de que paguen más los ricos, no sólo no es un invento de los indignados ni de la izquierda sino que viene recogido en la mismísima Constitución. El problema -aunque parezca mentira- es saber dónde están los ricos o, para ser más exactos, dónde están las riquezas de los ricos y eso siempre que nos hayamos puesto de acuerdo en qué es un "rico" o cuándo se es rico. Mientras eso no esté claro, cada vez que oigo hablar de IRPF o de patrimonio, se me ponen los pelos como escarpias porque ya sé que los paganos vamos a ser la mayoritaria clase media asalariada.

   Decir sin más eso de que "vamos a subir los impuestos a los ricos" suena a populismo barato y si quien lo dice es José Blanco, a tomadura de pelo porque no solo no lo hizo cuando pudo sino que lo que subió fue el IVA, que es justamente lo más injusto aunque desde luego lo más cómodo. Hacer una afirmación tan demagógica, requeriría inmediatamente una pormenorizada y exacta explicación para saber de qué impuestos estamos hablando y quienes se consideran ricos.

   Decirlo así, sin más, suena bananero. Es como lo de resucitar el impuesto sobre el patrimonio; vale, es posible y hasta podría ser deseable, pero dígame antes de seguir hablando qué y cómo se valora ese patrimonio. Y lo mismo en el tema de las rentas, que no es igual tener quince pisos alquilados que empezar a cobrar lo ahorrado durante toda una vida para tener una vejez más llevadera. Y todo es renta.

   El problema no es ese y lo digo yo -que no soy ni rico, ni rentista, ni tengo más patrimonio que mi casa ni un mal plan de pensiones- no porque sea listo sino porque he oído a muchos expertos en asuntos tributarios explicar que los caminos para llegar a una cierta justicia fiscal no van precisamente por inspeccionar a un pobre autónomo o perder el tiempo -y el dinero- haciendo paralelas para reclamar treinta euros de una mala suma. Por lo visto hay que meterse a fondo en la economía sumergida, hay que investigar en paraísos fiscales, hay que currarse la ingeniería financiera, las tramas de sociedades, discutir en Europa sobre las SICAV o tratar de averiguar cómo un declarado oficialmente insolvente vive a cuerpo de rey.

   Luego, si queda tiempo, nos ocupamos de escuchar al Tribunal de Cuentas que sabe tanto de tantos que hasta da miedo. Y al final nos bajamos a Andalucía y ayudamos a la Justicia en la más aberrante de las estafas (presunta claro): la que se ha podido hacer a costa de la ilusión y las promesas a cientos de discapacitados a los que se les contrataba y se les despedía para cobrar las ayudas pero sin pagarles un euro. Ya pueden subir los impuestos a los ricos, pero una sociedad capaz de estas ignominias, es una sociedad condenada. menos que un criterio de política neoliberal, ¿qué se dirá a partir de ahora?