Harina y mohína en Andalucía

14/02/2012 - 00:00 Esther Esteban


   "Javier Arenas contrata a José Antonio Griñán para que le haga la campaña de las andaluzas". Este podía ser, perfectamente, el titular de lo que está ocurriendo en Andalucía donde un PSOE abierto en canal da por perdidas las elecciones y se encuentra inmerso en una guerra fratricida que solo le puede llevar a repartir miserias. Lo que está pasando entre los socialistas andaluces es propio del desmoronamiento de un régimen y también de antiguas vendettas entre los líderes del partido en los últimos 30 años.

  Las intrigas internas no han parado desde que Chaves cedió los trastos a Griñán y este quiso, como es lógico, tomar no solo las riendas del Gobierno sino también del partido, cosa que se le atragantó a su antecesor y sus colaboradores. Andalucía ha sido y es la federación más importarte de todas y lo que ocurre allí no es precisamente un tema menor. La dimisión del secretario provincial de Sevilla, José Antonio Vieira, hombre clave para que Rubalcaba consiguiera finalmente alzarse con la victoria en el 38 Congreso ha servido para sacar a la luz los trapos sucios en el momento más inoportuno posible.

  En esta "guerra de guerrillas" pierden todos y ganan sus adversarios políticos, que tienen motivos para ser optimistas y mirar el espectáculo sin mover un dedo. Griñán fue el perdedor del ultimo Congreso, simplemente, porque no apostó a caballo ganador y su apoyo a Carmen Chacón sirvió para que los partidarios de Rubalcaba le intentaran pasar a cuchillo, cosa que habrían hecho de buena gana de no haber elecciones a la vuelta de la esquina.

  Que Rubalcaba le utilizara de excusa para una falsa integración -ofreciéndole la presidencia del partido- fue simplemente una operación de maquillaje en un intento desesperado de salvar los muebles y así lo han entendido todos. Si, como auguran todas las encuestas, el PSOE pierde su principal feudo y su gran granero de votos, es lógico que quien más quien menos quiera estar situado en buena posición para, al menos, seguir disfrutando de las lentejas en la oposición. Y, precisamente, eso es lo que está en juego para muchos: las lentejas. Algunos quieren recoger parte de los escombros en el derribo y eso no lo digo yo, me lo ha dicho tal cual un destacado dirigente socialista que apela a la condición humana a la hora de analizar todo esto.

  Aquí no se trata, en absoluto, de defender un proyecto ideológico que en estos momentos es lo de menos, ni una pugna por ver qué dirigentes del PSOE son capaces de llegar mejor a los ciudadanos y arrancar mayor numero de votos. Se trata de una pelea por estar en las listas y además por estar bien situados para, al menos, lograr un escaño, aunque sea en la fría oposición dentro del Parlamento autonómico. Donde no hay harina todo es mohína que, según nuestro refranero popular, significa que la pobreza suele provocar irritación y disputas en la familia. Mientras la familia socialista está a la greña los populares celebran este fin de semana su Congreso en Sevilla, donde pueden presumir de músculo. Están crecidos porque los ciudadanos así lo han querido y por la inestimable ayuda del partido del puño y la rosa. Lo dicho..., harina y mohína.