Hasta luego, Lucas
Leo con tristeza y comprensión la carta de despedida de la actividad política de Jaime Celada tras su polémica por ser sorprendido cantando el Cara al Sol la pasada nochevieja.
Ninguna actividad es tan necesaria como la política. Es lugar común demonizar a los políticos sin caer en la cuenta de que su labor es imprescindible. Se despotrica contra ellos como si fueran portadores de todos los males frente al dechado de virtudes que somos nosotros, cuando sabemos que ni por asomo. Al fin y al cabo, la política es el ámbito en el que nos organizamos, en el que se toman las decisiones y se distribuyen los recursos. La actividad política es imprescindible porque necesitamos organizarnos, y si no nos organizamos por nosotros mismos ya vendrá alguien a hacerlo en nuestro nombre.
Leo con tristeza y comprensión la carta de despedida de la actividad política de Jaime Celada tras su polémica por ser sorprendido cantando el Cara al Sol la pasada nochevieja. Le conozco desde hace mucho tiempo y siempre me ha parecido un buen político, cercano, atento a las necesidades de sus vecinos. Me lo demostró cuando ni yo le conocía a él ni él me conocía a mí. Fue un buen alcalde, allegado a sus vecinos, honrado y buen gestor. Como a tantos políticos del PP, le ha sobrado siempre intensidad ideológica, esa que diluía sus principios democráticos en un batiburrillo de nostalgias pretéritas, casposidades taurinas y nacionalismo exacerbado, ese mismo que le ha llevado a dar por finalizada, por el momento, su carrera política.
El propio Celada mostraba su asombro por no haberse visto respaldado por el PP autonómico, por un Paco Núñez que puso el cortafuegos antes de que le alcanzaran las llamas. Es normal que se haya sentido abandonado porque se trata de un proceder novedoso: el erradicar de su filas cualquier atisbo de melancolía franquista, algo que hasta ahora no había sido perseguido. Al final, paradojas de la política, han sido más amables las palabras dedicadas por José G. Salinas, alcalde socialista de Cabanillas, que las de su propio partido. Lo cierto es que han sido muchos años de condescendencia con el franquismo, con la identidad de banderita, como para anticipar que ya no se pasa ni una. Ojalá sea así. Si lo hubieran hecho hace años, si el Partido Popular hubiera puesto freno en lugar de incentivo a la añoranza, se hubieran evitado el roto que les ha supuesto Vox -cría cuervos- alineados con una derecha europea y moderna, sin anacrónicos anclajes en despreciables dictaduras. En su despedida, agradece Celada su apoyo al presidente provincial, Lucas Castillo, y deja abierta, de forma enigmática, con un hasta pronto, la posibilidad de su regreso. La amargura es la antesala de venganza. Más allá de si regresa o no en el futuro, desde aquí le deseo siempre lo mejor.