
¿Hay quién de más?
29/02/2016 - 23:00
Han pasado dos meses largos y seguimos como estábamos el día después de que se conocieran los resultados del 20-D: sin saber quién será presidente del Gobierno. Han sido necesarios sesenta y tantos días y otras tantas noches para que todo siga igual.
Permanecemos, eso sí, atentos a la pantalla, expectantes,y con la casilla de la investidura en blanco, dudando a la hora de señalar el 1, la X o el 2. La victoria de Pedro Sánchez se paga menos en las apuestas que la repetición de elecciones, pero bastante más que la remontada a última hora de Rajoy. Pues yo apuesto todavía por Rajoy, dice la señora en el bar, mientras desfilan por la tele Esperanza Aguirre, Iñaki Urdangarin y la sombra de Rita Barberá.
Parece surrealista. El titular de portada del otro día era que Podemos había cedido y aceptado que el PSOE negociara con Ciudadanos, cosa que ya venía haciendo por su cuenta y sin pedirle permiso a Pablo Iglesias. ¡Faltaría más! En vísperas de la sesión de investidura, otra importante noticia era la reunión en secreto de Pedro Sánchez con Albert Rivera (aunque, a la vista de los resultados, les habría dado igual hacerla cara al público). Y, por si fuera poco, la tercera gran noticia seguía siendo la perra que se ha cogido el líder podemista con la dichosa exigencia de ser vicepresidente del nuevo gobierno.
Esta semana comprobaremos si nos han estado tomando el pelo o si realmente nuestros representantes elegidos en las urnas han trabajado duro, pero en la sombra. Si han negociado con eficacia, aunque ello no haya trascendido a la opinión pública, o han estado perdiendo el tiempo.
Pero, como lo conseguido hasta ahora sea lo que ha aparecido en los medios de comunicación, mejor que tiren ya la toalla y reflexionen sobre la incapacidad que demuestran a la hora de anteponer los intereses generales de los españoles a los intereses mezquinos y partidistas de ellos mismos.
En Alemania, Francia, Inglaterra o Dinamarca el país que tanto le gusta ahora a Pablo Iglesias no se comprendería que un partido que gana las elecciones tenga que pedir perdón por ello, apartarse del poder y dejar su sitio a quienes han perdido en las urnas y además han dado sobradas muestras de su incapacidad para construir un futuro mejor.
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