Hechos frente a mentiras bien contadas


Unos contarán historias y otros relataremos hechos, rotundos y evidentes.

Uno de los capítulos de la última temporada de “The good fight” (la buena pelea, que también es la nuestra) toca colateralmente el macartismo y trae a colación a Roy Cohn, el abogado mano derecha del senador que dio nombre a aquella gran tropelía, Joseph McCarthy

Cohn aplicaba una regla perversa. No era un buscador de hechos, no le interesaban en absoluto, sino que era un hábil, pero abyecto, contador de historias. Basaba las pruebas en la narrativa que más le interesaba: intentaba demostrar todo aquello que le servía y olvidaba, ignoraba, negaba y refutaba todo lo que le hacía daño por evidente y contrastado que estuviese.

Defendía la belleza de la mentira bien contada, porque los hechos no importan. Sostenía que las historias vencen a los hechos y que al final quien cuenta la mejor historia se lleva la gloría. Para él eso era lo único importante. Enseñó a Donald Trump, al que defendió cuando éste era joven, que en realidad: ¿Quién necesita la verdad cuando va ganando? Hoy su espíritu, el de Cohn, anida en la Casa Blanca.

Metido como estoy en la campaña electoral, no pude evitar una extrapolación espacio-temporal a la Guadalajara de hoy, de los últimos 4 años y de los próximos días, hasta el 26 de mayo. 

Escucharemos muchas historias que obviarán los hechos; tratarán de demostrar lo que les sirva y olvidarán todo lo que les haga daño para no responder ni responsabilizarse por nada ni de nada.  En definitiva, nos contarán mentiras bien contadas para que todo continúe como está: ¿Quién necesita la verdad cuando va ganando?, pensarán igual que Roy Cohn. En realidad, no les importará que Guadalajara vaya perdiendo si al final ellos siguen ganando.

Unos contarán historias y otros relataremos hechos, rotundos y evidentes. 

Los primeros se olvidarán de la gente corriente, de los hombres y mujeres que cada día se suben al tren, al autobús o al coche para ir a trabajar porque aquí no encuentran lo que buscan; de los y las estudiantes que se tienen que ir a estudiar fuera convencidos de que tendrán que hacer lo mismo para trabajar; de quienes se dedican al comercio, cuyos ingresos no soportan la subida diaria de persianas y primero sufren y luego acaban bajándolas  para siempre; de las personas que tienen un negocio de hostelería y que ven como Guadalajara se vacía de ambiente y vida; de los jóvenes y menos jóvenes que cada fin de semana buscan en Alcalá o Madrid el ocio que aquí no tienen; de las personas mayores, que encuentran en Azuqueca, por citar un ejemplo, lo que aquí no se les ofrece; de los solares en el centro, de la falta de limpieza, de los andamios, del abandono de la ciudad, de la inseguridad...

No. De estos hechos no hablarán. Contarán historias, mentiras tal vez bellas pero que ya no engañarán a nadie. 

Pero yo sí. Yo hablaré básicamente de estas personas y con estas personas, de la gente corriente, sin mentiras ni narrativas falsas, con hechos y propuestas concretas que resuelvan sus problemas y los de Guadalajara. 

A la gente corriente confío el futuro de esta ciudad. Y de ella espero ganarme la confianza para ponerla en marcha.