Honor castellano-manchego
Con el paso de los años, tras la polémica desatada por la fiscalidad-chollo de Madrid, muchos se plantean si realmente es un título ser de una comunidad y, sobre todo, cuánto cuesta ese honor a los “castellano-manchegos".
Hace décadas se veían pegatinas en algunos coches de comunidades vecinas que decían: “Ser español es un orgullo, aragonés/riojano un título/honor)”. Ya son raras. Seguramente por razones estéticas y no porque haya decaído el amor a la tierra o patria chica, también escasean los adhesivos y escudos de pueblos. Además de para fardar, como se decía, el de la bolsa y el corazón (amor y dinero) de Labros evitó que la grúa madrileña se llevara mi coche. El conductor era de Torrubia y estimó que otros vehículos entorpecían más.
Con el paso de los años, tras la polémica desatada por la fiscalidad-chollo de Madrid, muchos se plantean si realmente es un título ser de una comunidad y, sobre todo, cuánto cuesta ese honor a los “castellano-manchegos” (qué extraño sigue sonando el gentilicio en Molina de Aragón) o ciudadanos con residencia habitual o mayoritaria en la comunidad.
Los analistas sitúan el zarpazo del Fisco en la zona media. Se pagan más impuestos en renta, patrimonio, sucesiones y donaciones que los vecinos madrileños, y que navarros o vizcaínos, pero menos que catalanes y aragoneses. Parece, según sus cálculos, que las pegatinas no iban desencaminadas y que los títulos (incluidos los nobiliarios) desde hace tiempo solo son honoríficos.
En contrapartida, Castilla-La Mancha y su presidente pueden celebrar su día grande fardando de haber tomado la delantera a las vecinas Aragón y Castilla y León con una ley pionera contra la despoblación. La norma contempla una rebaja de hasta el 25% en el tramo autonómico del IRPF y del 10% para la adquisición o rehabilitación de vivienda a quienes fijen su residencia en pueblos pequeños.
El texto también recoge la garantía de una escuela en núcleos rurales con al menos cuatro niños, clave para el mantenimiento de población. Sin duda beneficiará especialmente al Señorío, si además la entente que lideran las tres comunidades logra de Sánchez los cambios demandados en la PAC y una nueva financiación autonómica más justa.
Se verá si, remitida la pandemia y casi todos vacunados, se vienen a vivir los urbanitas valientes y permanecen los “teletrabajadores” en la Guadalajara vaciada.